El verdadero trasfondo de su discurso no hace ninguna gracia
Las imágenes ya han dado la vuelta al mundo pero, por si acaso, son estas:
Nada más comenzar su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Donald Trump se cargó más de dos siglos de historia estadounidense cuando dijo que, en dos años, su administración había logrado más que cualquier otra en la historia del país. La reacción del hemiciclo fue unánime: la risa. El momento se convirtió también en histórico, porque en una sala en la que se tratan los serios asuntos que afectan a todos los ciudadanos del mundo se desató la parodia.
Trump respondió también sonriéndose. «No esperaba esta reacción», como diciendo que quien reiría último —él— reiría mejor.
El hemiciclo de la ONU rió por no llorar. Porque los temas que Trump esgrimió en su discurso son más que preocupantes para el futuro del planeta.
Primero América
Parte central del discurso de Trump se basó en la defensa de la soberanía de Estados Unidos. El presidente hizo gala de su eslogan de campaña mantenido en la presidencia, el Make America Great Again. Habló de los logros a escala doméstica con el sesgo que le dejaba a él como el artífice de los buenos números de la economía del país. Clamó por un mundo en el que los países respeten la soberanía de Estados Unidos, y que ellos no se meterían en los problemas ajenos. Posteriormente, atacó a Naciones Unidas y a la OTAN y a alguno de sus países miembros por oponerse de forma indirecta a la soberanía estadounidense, al mismo tiempo que pidió una mayor contribución de los estados miembros del bloque.
Sanciones a Irán y Venezuela
Después, Trump hizo todo lo contrario a lo que predicaba: se metió en los problemas domésticos de otros países. Anunció nuevas sanciones contra Venezuela y contra Irán, después de retirarse del pacto nuclear mantenido por todas las potencias del mundo con el país persa. En la réplica, el presidente iraní, Hasán Rohaní, atacó duramente a Trump por impedir a su país el «derecho al desarrollo». La actitud beligerante de Trump hacia Irán puede generar tensiones internas en el país que lleven al régimen hacia una mayor inestabilidad, al igual que puede suceder lo mismo en la región, al dar a Irán una coartada para adoptar posturas más agresivas contra los aliados de EEUU. En este sentido, Trump no dudó en apoyar nuevamente a Israel, obviando las denuncias sobre la ocupación creciente de este país sobre los territorios palestinos.
Discurso anti-inmigración
Trump también habló de la «migración ilegal» como uno de los grandes problemas que enfrenta el mundo. En este sentido defendió su polémica política de fronteras y criticó el Global Compact on Migration, el plan de Naciones Unidas para enfrentar este problema de forma humanitaria. Se trata de un plan que solo no han firmado Estados Unidos y Hungría, un país que está siendo duramente aislado dentro de la Unión Europea por ir en contra de los valores comunitarios en esta materia. Trump elogió asimismo a Polonia, país alineado con la Hungría de Orbán y la extrema derecha en el Este de Europa.
Patriotismo contra globalismo
En definitiva, el discurso de Trump fue una arenga incendiaria en la que dejó claramente definida su posición en el eje mundial: la de los países extremonacionalistas, contrarios a la inmigración por todas las vías, adalides del proteccionismo económico contra las fuerzas económicas de la globalización y la integración de los países en los organismos internacionales que trabajan por la minimización de conflictos o el combate al cambio climático. En este sentido, la mayor réplica vino por parte del presidente francés, Emanuel Macron. Trump escenificó ayer un Estados Unidos contra el mundo cuyas consecuencias en el corto plazo pueden resultar desastrosas para muchos países, y en última instancia, para el propio Estados Unidos.
