McKinsey Global Institute proyecta que el 51% de los trabajos en México ya estaba en riesgo de desparecer a causa del avance de la tecnología desde antes de la pandemia.
La pandemia por el nuevo coronavirus por sí sola está acabando con millones de empleos en el mundo. Si a eso se le suma la automatización de labores dirigida hacia el reemplazo de trabajadores, “esto irá peor”, señaló Daron Acemoglu, profesor de economía de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).
El especialista indicó lo anterior en su participación en el seminario virtual Covid-19 y la emergencia económica: ¿Cómo proteger el empleo?, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“El elemento tecnológico es crítico” en un contexto de aumento de desempleo, advirtió. Y los países en desarrollo y en particular América Latina serán las regiones más afectadas, de acuerdo con el economista.
En México, 45% de los trabajadores considera que ejecuta un trabajo repetitivo o tareas rutinarias que podrían automatizarse, según el artículo Las transformaciones tecnológicas y el empleo en América Latina: oportunidades y desafíos, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De acuerdo con el McKinsey Global Institute, más del 51% de las actividades en Colombia, Costa Rica, México y Perú son automatizables, expone Jürgen Weller, autor del artículo.
Antes de esta enfermedad, que está causando miles de muertes y tiene a la mayor parte de la población mundial en sus casas, la mayoría de los trabajadores en América Latina carecía de seguridad social, salarios dignos y prestaciones, indicó Nora Lustig, directora del Instituto del Compromiso con la Equidad (CEQ, por sus siglas en inglés).
El fenómeno de la automatización de funciones por sí mismo no sería malo, opina. “Si viviéramos en un mundo en el que no hubiera la necesidad de trabajar porque hay robots que se encarguen de todo, ¿qué tendría de malo?”, preguntó Lustig.
El problema no es la tecnología, sino el esquema en el que vivimos, donde esos robots pertenecerían a quienes tienen más recursos. Entonces, los dueños de los activos actualmente seguirían siendo los dueños de esa tecnología y, nuevamente, los recursos no se distribuirían de manera equitativa, indicó la profesora de economía latinoamericana en la Universidad de Tulane.
“Lo que enfrentamos en América Latina es una situación sumamente peligrosa respecto a otros países. Podríamos estar sembrando la semilla para la pobreza en el futuro si no abordamos el problema laboral ahora”, aseguró.
La implementación de la tecnología en las actividades laborales tiene que ser acompañada por las instituciones para llegar a una conciliación entre la necesaria automatización, pero sin la pérdida de trabajos, indicó Daron Acemoglu, profesor del MIT. Los sindicatos, podrían estar al frente de esos arreglos.
Políticas públicas para cada realidad
En la charla, moderada por Ana María Rodríguez-Ortiz, vivepresidenta de Sectores y Conocimiento del BID, también se habló de las políticas para proteger el empleo.
Daron Acemoglu y Ahmed Mushfiq, profesor de economía en la Universidad de Yale, indicaron que no funciona una misma política pública para todos los países. Recordaron que la pandemia llegó primero a los países ricos, por eso se tiene un modelo de plan para abatir la pobreza laboral.
Sin embargo, “no puede ser igual para todos, tenemos que pensar costos y beneficios”, según Ahmed Mushfiq. Nora Lustig mencionó que habrá que salirse del “enfoque tradicional” de ayuda si se quiere tener mejores resultados. “Tampoco se puede esperar que los gobiernos hagan todo”.
Sin embargo, advirtió que cuanto antes se tienen que poner en marcha las políticas de apoyo al empleo focalizadas en cada país, porque además, “las clases medias corren el riesgo de bajar de decil económico”.
Fuente: Capital Humano