Se dice que la necesidad suele ser la madre de la invención. Para Jonathan Rothberg, fue la frustración de sentarse en salas de espera de hospitales lo que le hizo convertirse en padre de una nueva idea.
Una de sus hijas sufre de esclerosis tuberosa, un trastorno genético poco frecuente que le ocasiona quistes en los riñones, para cuyo tratamiento necesita hacerse varios ultrasonidos.
Pero las ecografías le quitaban mucho tiempo y hacían que tuviera que estar yendo y viniendo al hospital. Era agotador.
Rothberg estaba convencido de que existía una forma más fácil de lidiar con la enfermedad. Así que se puso manos a la obra y terminó por crear un sistema para hacer los ultrasonidos con el celular.
El estadounidense ya tenía todo un camino recorrido en innovación: fue él quien inventó el primer secuenciador de ADN de alta velocidad, un dispositivo que permite leer nuestros el genoma humano usando tecnología digital, y que permitió a muchas personas poder acceder a sus propios códigos genéticos.