El tribunal decide que se castigue de la misma forma que el racismo hasta que el Congreso legisle
El Tribunal Supremo de Brasil ha decidido este jueves que la homofobia debe ser castigada como un delito, y que, hasta que el Congreso -de mayoría conservadora y bajo fuerte influencia de iglesias evangélicas- apruebe una ley específica para ello, tenga el mismo tratamiento penal que el racismo, con penas de hasta cinco años de prisión. Ocho de los 11 jueces han votado a favor, en una decisión esperada desde que se llevaron a cabo las deliberaciones el mes pasado, y que desató las críticas del presidente del país, Jair Bolsonaro.
«La orientación sexual y la identidad de género son esenciales para los seres humanos, para la autodeterminación para decidir su propia vida y buscar la felicidad», ha señalado el juez Gilmar Mendes, según ha indicado el Supremo a través de su cuenta en la red social Twitter.
La decisión se produce después de que Bolsonaro, un autoproclamado «homófobo orgulloso» que dijo que si tuviera un hijo gay preferiría que muriese en un accidente, eliminara las responsabilidades LGBT del Ministerio de Derechos Humanos y declarara que Brasil no debe convertirse en un «paraíso para el turismo gay».
La sentencia fue dictada en la sexta sesión que el Supremo ha dedicado al caso desde finales de 2018, y era esperada por los colectivos LGBTI, que la consideraron «histórica» para un país en el que al menos una persona es asesinada cada día por su orientación sexual. Tanto la Iglesia católica como el movimiento popular evangélico cristiano son muy críticos con los derechos de los homosexuales, en un país profundamente religioso.
El juicio se inició a petición del Partido Socialista Brasileño, que denunció la «omisión del Parlamento» para legislar durante 30 años sobre un tema vinculado a los derechos humanos. Los diversos proyectos de ley presentados hasta el momento han quedado bloqueados por las presiones de los sectores más conservadores de la sociedad. La justicia brasileña también legalizó los matrimonios homosexuales en 2013.
La sentencia aclaró que permitirá a los practicantes de todas las religiones manifestar su oposición a las relaciones homosexuales, siempre y cuando sea «de acuerdo a sus libros y códigos sagrados» y no se incurra en la discriminación.
Al menos 320 personas LGBT murieron en Brasil en 2018 y se han registrado 126 asesinatos en lo que va de año, según el Grupo Gay da Bahia. Brasil también es el país más peligroso del mundo para ser transgénero, según el proyecto Trans Murder Monitoring, con al menos 167 personas asesinadas en los 12 meses anteriores a septiembre de 2018.
La magistrada Carmen Lucia Antunes, en un emocionado discurso, dijo que «todos los seres humanos nacen libres e iguales y deben ser tratados con el mismo espíritu de fraternidad», y agregó que «lo que se busca es dotar de una protección inmediata a aquellos que son discriminados y han sido marginados» hasta por las leyes.
«Todo prejuicio es violencia. Toda discriminación es violencia. Toda discriminación es una forma de sufrimiento. Pero algunos de esos prejuicios causan más sufrimiento, porque castigan desde el hogar y por la sola circunstancia de intentar ser lo que se es», dijo.
Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/06/14/actualidad/1560496365_764572.html?id_externo_rsoc=TW_CM