WASHINGTON — Cuando los funcionarios de Estados Unidos, Canadá y México se reunieron hace un año para comenzar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, muchos de los involucrados en las conversaciones asumieron que el futuro les deparaba un camino difícil.
Sin embargo, pocos habrían anticipado la situación actual: una relación tensa entre Estados Unidos y Canadá, socios económicos y políticos cercanos tradicionalmente, y un lazo creciente entre Estados Unidos y México, país al que el presidente Donald Trump ha acusado de robar empleos de manufactura a Estados Unidos.
El 17 de agosto, Estados Unidos y México dieron señales de estar cerca de un acuerdo sobre cómo ajustar los términos del TLCAN, establecido hace veinticuatro años. Canadá, que se ha convertido en uno de los antagonistas favoritos de Trump en su batalla comercial global, no fue parte de las charlas.
“No estamos negociando con Canadá en este momento”, dijo Trump en una reunión de gabinete el jueves pasado. “Sus aranceles son demasiado altos y sus barreras demasiado fuertes. Así que ni siquiera estamos conversando con ellos en este momento”.
Los negociadores de los tres países han buscado presentar la situación como algo normal. Dicen que Estados Unidos y México se están enfocando en resolver diferencias que les son específicas, sobre todo respecto de las industrias agrícola y automotriz, y que Canadá regresaría a las charlas en cuanto se resuelvan estos asuntos.
El jueves, Adam Austen, un portavoz del gobierno canadiense, declaró que el ministro de Relaciones Exteriores, el embajador de Canadá en Estados Unidos y el equipo de negociaciones del país estaban “en contacto de manera constante con sus contrapartes” y esperaban “continuar este importante diálogo durante las próximas semanas”.
En privado, funcionarios y exfuncionarios de los tres países reconocieron que las cuatro semanas consecutivas de reuniones entre Estados Unidos y México parecen tener como propósito ejercer presión sobre Canadá para que proceda con más velocidad y haga más concesiones en las charlas del TLCAN.
Estados Unidos y México se han mostrado interesados en firmar un nuevo TLCAN para finales de agosto. Parece una meta complicada en estos momentos si consideramos que no se han resuelto todos los temas. No obstante, cumplir con una fecha límite como esa permitiría que Enrique Peña Nieto, presidente saliente de México, consolidara su legado al firmar un acuerdo final antes de dejar el puesto el 1 de diciembre.
También les daría a los republicanos del Congreso otro logro comercial para promocionar antes de las elecciones intermedias en noviembre, y permitiría que el gobierno de Trump se enfocara en otros conflictos comerciales, como su compleja disputa con China.
Los líderes canadienses han sido más cautelosos y han afirmado que no se apresurarían a firmar un acuerdo que pareciera negativo para sus constituyentes. Los analistas políticos dicen que el primer ministro Justin Trudeau tiene pocos incentivos para apresurar un acuerdo, dado que muchos canadienses se han mostrado críticos con Trump y quieren que su gobierno adopte una postura fuerte respecto del comercio.
La presidencia de Trump ha sido confusa para Canadá, cuyos residentes consideran que su país es el aliado más cercano de Estados Unidos. Por eso las amenazas de Trump de acabar con el TLCAN, una pieza clave de la relación, han sido desalentadoras. Los aranceles que impuso al acero y el aluminio canadienses, citando preocupaciones de seguridad nacional, han tensado aún más la relación. Ya a inicios de año, la aprobación canadiense de Estados Unidos fue la más baja que se ha visto en tres décadas.
La tensión ha sido una consecuencia inesperada de las renegociaciones del TLCAN, pues estaba previsto que se centraran en los salarios bajos en México y su superávit comercial con Estados Unidos.
“Recordarán que, muy al comienzo, los canadienses eran los consentidos”, dijo Michael Camuñez, director ejecutivo de Monarch Global Strategies y exfuncionario del Departamento de Comercio. “Además, hubo comentarios que hizo Trump acerca de que no le preocupaba Canadá. México era el elemento problemático”.
“Ahora, al parecer, Canadá se quedó en la banca”, señaló Camuñez.
Mientras tanto, Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos, parece estar forjando una relación más cercana con los negociadores mexicanos, entre ellos Jesús Seade, quien representa al gobierno mexicano entrante de Andrés Manuel López Obrador.
En julio, Lighthizer y Seade tuvieron un almuerzo privado en el exclusivo Metropolitan Club en Washington. Durante una ronda más reciente de charlas, Lighthizer invitó a Seade a quedarse con él después de que se marchara el resto del equipo mexicano.
En la reunión del gabinete el jueves, Lighthizer dijo que esperaba que Estados Unidos y México tuvieran un “avance” en los siguientes días. Después de eso, anticipó, “Canadá se nos unirá”.
Lighthizer quizá se refería a que Estados Unidos y México se están acercando a un acuerdo sobre uno de los temas más espinosos en las charlas del TLCAN: las reglas que definen si los vehículos fabricados en Norteamérica pueden calificar para no tener barreras arancelarias bajo el acuerdo.
Estados Unidos ha propuesto el requisito de que se fabrique un mayor porcentaje del valor de un auto en Norteamérica para que pueda aplicarse esa ventaja. También ha propuesto varias reglas que exigirían que los fabricantes de autos utilicen cierto porcentaje de acero, aluminio y componentes automotrices hechos en Norteamérica, y que cierto porcentaje del valor de un auto lo realicen trabajadores que ganen por lo menos 16 dólares la hora.
A cambio, México le ha pedido a Estados Unidos que frene una propuesta que permitiría que las granjas estadounidenses bloqueen productos mexicanos más fácilmente. También ha buscado que el gobierno de Trump garantice la eliminación de los aranceles que ha impuesto a los cargamentos mexicanos de aluminio y acero, y que los productos mexicanos no se vean afectados por los nuevos aranceles que Trump ha amenazado con imponer a los autos importados.
Los negociadores todavía deben encontrar soluciones para otros temas controversiales, entre ellos una propuesta de Estados Unidos de agregar una cláusula resolutoria al acuerdo que provocaría que el TLCAN expire automáticamente después de cinco años a menos que los países voten a favor de continuarlo.
Fuente: https://www.nytimes.com/es/2018/08/20/tlcan-canada-mexico-estados-unidos/