La startup Magic Leap revolucionará a todas las industrias

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Magic Leap busca mezclar lo digital con lo físico y a pesar de que nunca ha lanzado un producto, nunca ha dado una demostración pública de un producto, nunca ha anunciado un producto, nunca ha explicado su tecnología “lightfield” que hace posible su producto, ha levantado casi 1,400 mi­llones de dólares (mdd) en capital de riesgo, incluyendo 794 millones en febrero pasado, la ronda C más grande de la historia.

Aparente­mente, todos los inversionistas tecnológicos de primera fila tienen una participación, incluyendo a Andreessen Horowitz, Kleiner Perkins, Google, JPMorgan, Fide­lity y Alibaba; además, hay capital de fuentes menos convencionales, como Warner Bros. y Legendary Entertainment, el creador de películas como Godzilla y Jurassic World.

Magic Leap fue valuada en 4,500 mdd en su última ronda de financiamiento.

Como cualquier buen mago, el fundador y CEO, Rony Abovitz, de 45 años, mantiene sus cartas cerca del pecho. Magic Leap ha operado en el secreto extremo desde que fue fundada, en 2011. Sólo unas pocas personas han podido ver su tecnología, y apenas algunas de ellas saben cómo funciona. Lo que todas ellas tienen en común es que fueron obligadas a firmar tantos acuerdos de no divulgación que apenas podían admitir que la compañía existía.

Magic Leap ha gastado 1,000 mdd en perfeccionar un prototipo y ha comenzado a desarrollar líneas de fabricación en Florida, antes de lanzar una versión para el consu­midor de su tecnología. Cuando llegue (se espera que eso ocurra dentro de los próximos 18 meses), podría inaugurar una nueva era de la computación, la interfaz de próxima generación que usaremos durante las próximas décadas. “Es­tamos construyendo un nuevo tipo de computadora contextual”, dice Abovitz. “Estamos haciendo algo muy, muy diferente”.

La innovación de Magic Leap no es sólo una pantalla de alta tecno­logía: es una máquina disruptora. Esta tecnología podría afectar a todas las empre­sas que usan pantallas o computadoras y a muchas que no lo hacen. Podría des­truir el mercado de 120,000 mdd de pantallas planas y sacudir el negocio mundial de electrónica de consumo de 1 billón de dólares. Las aplicaciones son profundas. Deshazte de tu PC, tu lap­top y tu teléfono móvil, por­que el poder de cómputo que necesitas estará en tus lentes, y éstos pueden hacer que una pantalla aparezca donde sea, del tamaño que lo desees.

De hecho, pueden hacer que aparezcan otras cosas, como la dirección de tu próxima reunión, e indicaciones para llegar ahí en for­ma de flechas amarillas dibujadas a lo largo de las calles de tu ciudad. Podrás ver ese nuevo sofá que estás pensando comprar justo en tu sala de estar, desde todos los ángulos imaginables, bajo todas las condi­ciones de iluminación, sin salir de tu casa. Incluso los menos hábiles para la mecánica serán capaces de arreglar sus automóviles con un programa interactivo que resalta exactamente qué parte necesita ser reemplazada y que avisará si el reparador lo está haciendo mal. Magic Leap se posiciona para aprovechar todas las interacciones: no sólo del hardware y software que venderán, sino también, quiere creer, del torrente de datos que po­dría recopilar, analizar y revender.

“Es difícil pensar en un área que no vaya a cambiar completamente”, dice Abovitz.

Ni un juego de realidad virtual (RV) ni de realidad aumentada (RA) como Pokémon GO pueden hacer lo que la “reali­dad mixta” de Magic Leap hace. La RV te lleva a otro lugar. La RA puede hacer que Pikachu aparez­ca en tu sala. La realidad mixta te mantiene donde estás y logra que Pikachu cobre vida.

¿Cómo lo hace?

La pieza central de la tecnología de Magic Leap es una pantalla montada en la cabeza, pero el producto final debe caber en un par de lentes. Cuando usas el dispositivo, no bloquea tu visión del mundo; el hardware proyecta una imagen directamente sobre tu retina a través de un sistema óptico incorporado en una pieza de vidrio semitransparente (el producto no fríe tus ojos: replica la forma en que naturalmente observamos el mundo, en lugar de forzarte a mirar la pantalla). El hardware también recolecta constantemente informa­ción, escaneando la sala en busca de obstáculos, escuchando las voces, rastreando los movimientos de los ojos y siguiendo tus manos.

Como resultado, los objetos de la realidad mixta están al tanto de su entorno y tienen la capacidad de interactuar con el mundo real. En el hardware de Magic Leap, un Poké­mon podría escapar de ser captura­do al agacharse detrás de tu sofá o, suponiendo que vives en una casa “inteligente”, apagando tus luces y escondiéndose en la oscuridad.

En una de sus demostraciones, el equipo de Magic Leap mostró un “humano virtual interactivo” generado por computadora, de tamaño natural y sorprendentemente rea­lista. Abovitz y su equipo imaginan a personas virtuales (o animales o cualquier otra cosa) como asis­tentes digitales (piensa en Siri en esteroides, excepto que tendría una presencia física, lo que facilitaría la interacción y lo volvería más difícil de ignorar). Pídele a tu asistente virtual que entregue un mensaje a un compañero de trabajo y podría salir de tu oficina, reaparecer al lado del escritorio de tu colega a través de su propio dispositivo de realidad mixta y entregar el mensa­je en “persona”.

En un mundo de realidad mixta, el poder de cómputo no se limita a un gadget en tu escritorio. Es algo que puedes vincular a cual­quier objeto, real o virtual, dándole conciencia de tu ubicación, detalles acerca de su propósito y una guía de cómo podrías usarlo. “Piensa en él como el futuro de la informática”, dice Abovitz, “donde el mundo es tu escritorio”. Primero tenía­mos mainframes, luego PCs, más adelante, dispositivos móviles. Si Magic Leap alcanza su objetivo, la próxima generación será virtual.

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