Internet no es una caja metálica con un botón, como bromean en la popular serie británica The IT Crowd. Más bien se compone de cables de fibra óptica gigantescos y computadoras enormes que almacenan, reciben y envían datos en fracciones de segundo.
Una infraestructura de dimensiones inimaginables y que no es fácil ni barato mantener pero que hace posible enviar y recibir mensajes, ver vídeos o conocer qué tiempo hará en las próximas horas. Microsoft ha probado a instalar un centro de datos bajo el mar con el propósito de conocer si así los costes y el mantenimiento son menores.
A 36 metros de profundidad bajo el mar, el ser humano necesita aire comprimido para poder respirar sin que la presión afecte a su organismo. Eso y la bajada de la temperatura a medida que que nos introducimos en las profundidades. En especial si hablamos de aguas escocesas, en el mar del Norte. Precisamente, en esas aguas Microsoft instaló hace dos años, en 2018, un centro de datos. Un centro de datos en la profundidad del mar. A 36 metros de profundidad.
Si entramos en la página oficial del Proyecto Natick (Project Natick), nos topamos con una frase muy acertada: “Si el 50% de nosotros vive cerca de la costa, ¿por qué no nuestros datos?”. La respuesta es el experimento que realizó Microsoft en aguas de Escocia. Como decía, el proyecto empezó hace dos años y ahora empieza una nueva etapa.
El objetivo último de este proyecto es crear nueva generación de centros de datos sostenibles y más económicos de mantener. Y la clave la encontramos en un artículo reciente de la revista Time titulado “The Secret Cost of Google’s Data Centers: Billions of Gallons of Water to Cool Servers”. En castellano, “El coste secreto de los centros de datos de Google: miles de millones de galones de agua para enfriar los servidores”. Esa es la clave de todo. Un centro de datos no es caro de por sí por su consumo de energía. El gasto es mucho mayor en lograr enfriar toda esa maquinaria que funciona sin descanso.
Microsoft no ha sido la primera en experimentar con agua de mar. En 2011, Google creó un centro de datos en Finlandia que empleaba agua de mar para enfriar sus servidores. Y si queremos ir más lejos, desde hace décadas, centrales nucleares como la de Fukushima, Japón, emplean agua de mar para enfriar sus grandiosos reactores. Lo que está claro es que si emplear agua marina es una buena solución, sumergir directamente el centro de datos en el mar tiene que ser por lógica mucho mejor. Veamos qué tiene que decir al respecto el equipo encargado del Proyecto Natick de Microsoft.
Un centro de datos bajo el mar
Microsoft anunció su Project Natick a principios de 2016. Un proyecto de investigación para crear centros de datos acuáticos que fueran buenos para el bolsillo de sus dueños y para el medio ambiente. El concepto teórico ya se había tratado en las instalaciones de Microsoft desde el lejano 2013, y al año siguiente, 2014, se empezaba a construir un prototipo físico de ese centro de datos submarino.
Un hito en la historia de Microsoft, su primer servidor submarino. Éste consistía en una cápsula de acero de dos metros y medio de diámetro que se sumergió en la costa de California durante 105 días. La respuesta de ese primer experimento fue mejor de lo esperado según los propios ingenieros de Microsoft.
El siguiente paso fue ir más allá. En teoría, podían llegar a fabricar en masa servidores submarinos en tan solo 90 días. Así que demos un pequeño salto en el tiempo hasta 2018. Ese año instalan un nuevo prototipo contenedor en las aguas del mar del Norte, en la costa de Escocia. Más concretamente, cerca de las islas Orcadas (Orkney Islands).
El prototipo en cuestión es un centro de datos sumergible que consta de 12 racks donde van colocados 864 servidores con una capacidad de almacenamiento de 27,6 petabytes. Todo ello en un tanque de 12 metros de largo que fabricó en Francia la compañía Naval Group. El reto es el mismo que se encontraron con el primer prototipo. Lograr un espacio estanco que combine elementos eléctricos con agua y que todo funcione correctamente, sin cortocircuitos ni explosiones. Difícil pero no imposible.
Tampoco fue sencilla la instalación del centro de datos a 36 metros de profundidad. Se necesitaron diez cabrestantes, una grúa, una barcaza de pórtico y un vehículo operado a distancia que acompañó al centro de datos en su viaje. Una vez instalado el centro de datos que se enfriará mediante agua de mar, cabe preguntarnos, ¿de dónde obtendrá la energía? Aquí entra el papel del European Marine Energy Centre o Centro Europeo de Energía Marina.
Entre las muchas cosas que hacen popular a Escocia es su apuesta por las energías renovables. Aunque produce petróleo y gas natural, en las últimas décadas ha intentado aprovechar sus fuertes vientos y sus indomables mareas para transformar toda esa energía en electricidad. Precisamente, el Centro Europeo de Energía Marina ha experimentado con turbinas y molinos para aprovechar la fuerza del viento y del mar. En lo que a la fuerza del mar del Norte se refiere, las corrientes marinas pueden llegar a los 14 kilómetros por hora con olas de entre 3 y 18 metros de altura. Es una lástima desperdiciar toda esa energía.
En resumen, la solución llegó sola. El emplazamiento del mar del Norte no es bueno por la baja temperatura de sus aguas, sino especialmente por la posibilidad de obtener energía limpia. En concreto, se instaló un cable que iba desde las islas Orcadas hasta el centro de datos. Según Microsoft, sus requisitos de energía son de “poco menos de un cuarto de megavatio cuando funciona a plena capacidad”.
¿Ha sido una buena idea?
Recapitulemos. La idea surge en 2013 y se pone en práctica a pequeña escala en 2014. El resultado es tan positivo que en 2016 Microsoft anuncia al mundo su proyecto y en 2018 lo hace realidad instalando su primer centro de datos a gran escala en las heladas aguas del mar del Norte. Y ahora volvamos al presente, a 2020.
A pesar de la pandemia, el mundo sigue en funcionamiento. Y en el proyecto Natick inician una nueva etapa. En sus propias palabras, se trata de averiguar si “el concepto es logísticamente, ambientalmente y económicamente práctico”. En pocas palabras, ¿ha sido buena idea sumergir un centro de datos a 36 metros de profundidad?
La respuesta corta la resume un artículo publicado por los propios responsables del proyecto y del que se hacen eco medios como The Verge. El titular no puede ser más esperanzador: “Microsoft finds underwater datacenters are reliable, practical and use energy sustainably”. En castellano, “Microsoft encuentra que los centros de datos submarinos son fiables, prácticos y utilizan la energía de forma sostenible”.
Tras dos años en funcionamiento, el centro de datos sumergible de Microsoft ha sido recuperado del fondo del mar. Su aspecto no tiene nada que ver al de hace dos años, blanco y reluciente con el logotipo de Microsoft. Tras emerger del agua, se encontraron con un contenedor repleto de algas, anémonas y percebes.
Además de ser útil como centro de datos, éste fue monitorizado para obtener información sobre su funcionamiento, rendimiento y otros parámetros necesarios para responder a la gran pregunta: ¿son rentables los centros de datos submarinos? Esto abre las puertas a Microsoft para que sus infraestructura en la nube Azure sea más rentable al reducir los costes de mantenimiento y alimentación. E indirectamente, el resto de proveedores de centros de datos podrán beneficiarse de este descubrimiento.
¿Y, ahora, qué?
En el momento de escribir este artículo, si consultas la línea de tiempo del proyecto Natick verás un mensaje que dice “What’s Next? Look for more information here soon!”, que en castellano viene a decir, ¿Qué es lo siguiente? Encuentra más información aquí pronto.
Desconocemos si el proyecto finalizará en su fase experimental e iniciará una nueva etapa como proyecto estable de cara a migrar los centros de datos que Microsoft posee actualmente a la nueva generación de centros de datos sumergibles. Es lo más probable teniendo en cuenta los resultados tan positivos en cuestión de coste de fabricación, mantenimiento, durabilidad y consumo energético.
Se plantean varias dudas, eso sí. Como apunta The Verge, todavía se puede mejorar la fase de recuperar los servidores una vez han cumplido su vida útil y qué hacer con ellos, es decir, cómo reciclarlos.
Por mi parte, se plantea una duda de tipo medioambiental. Nada nuevo si tenemos en cuenta que hace décadas que se emplea el agua del mar para enfriar instalaciones como centrales nucleares. Precisamente, la principal crítica a este respecto es el impacto que tendría en el ecosistema marino instalar centros de datos a gran escala. ¿Hasta qué punto impactará ello en la temperatura del agua del mar? ¿Afectará esto a la fauna y flora marina de la zona?
Si deseas saber más sobre Project Natick de Microsoft, puedes consultar su página oficial, donde encontrarás artículos, vídeos, fotografías y todo tipo de material para sumergirte en el proyecto y conocerlo al detalle. Además, podrás seguir su evolución y novedades.
Fuente: Hipertextual