Otro que se va: Fiat Chrysler podría abandonar México

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Sergio Marchionne, CEO de FCA (Fiat Chrysler Automobiles) y uno de los ejecutivos top de la industria automovilística mundial, ha tomado una difícil decisión presionado al mismo tiempo por Donald Trump.

Responsable máximo de la operación que llevó la Fiat italiana a comprar la alicaída Chrysler norteamericana y de tomar decisiones trascendentes dentro de esta, Marchionne debió soportar en solo una semana dos hechos relevantes: primero, la presión directa y de un modo inusual del recién electo presidente Donald Trump, quien a través de un mensaje de Twitter le advirtió que si seguían produciendo autos en México en lugar de hacerlo en suelo estadounidense, tendrían que atenerse a pagar un fuerte impuesto de internación para ingresar esos autos al mercado norteamericano. Este impuesto podría llegar hasta el 35%.

Cabe consignar que el grupo ítalo estadounidense produjo 425.000 unidades en su planta mexicana y que el 95% de ellas se vendieron en el mercado estadounidense, al que entran sin pagar ningún impuesto debido al acuerdo de libre comercio entre ambos países, el cual ya está en la mirilla del nuevo presidente Trump.

El segundo golpe vino cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos acusó a Fiat Chrysler de haber violado «masivamente» la Ley de Aire Limpio», mediante la utilización de un software ilegal para manipular las emisiones de sus motores diésel, un cargo muy parecido al que se le hizo a Volkswagen hace unos meses.

La primera respuesta de Marchionne fue negar absolutamente la acusación de la agencia, en el inicio de un juicio que puede ser muy largo y que quizás se extienda más allá de 2019, año en que Marchionne dejará su cargo y se retirará de la compañía.

México en espera

Con respecto a las advertencias de Trump, Marchionne dijo que estaban en un periodo de observación y que si se concretaba la amenaza de gravar con fuertes impuestos a la industria estadounidense asentada en México, la alternativa de cerrar la planta era lo más probable, lo que afectaría enormemente a la economía mexicana, pues no solo perjudica a los constructores de automóviles, sino a una variedad de industrias de otros rubros que tienen fábricas en suelo mexicano.

De momento, lo que ya consiguió Trump es que Ford echara atrás su idea de construir una nueva planta en México y, a cambio, hacer la inversión en Estados Unidos.

Por su parte, en Fiat Chrysler también decidieron que la próxima inversión de 1.000 millones de dólares la harán en los estados de Michigan y Ohio.

Cabe mencionar que Marchionne no tuvo reparos en reconocer ante la prensa mundial que bajo su gestión se habían equivocado rotundamente en dos proyectos que echaron a andar: el Chrysler 200 y el Dodge Dart. Sobre el primero dijo:

«Cuando probamos el 200 disfrutamos de su potente V6, interior agradable y manejo sólido. Sin embargo, le faltaba espacio, especialmente en el área del asiento trasero y le costaba competir con sedanes de tamaño mediano. Y el Dart, en cambio, tenía suficiente espacio y un muy equipo de infoentretenimiento, pero un manejo muy mediocre».

Insistió en la necesidad de invertir en la fabricación de vehículos que sean líderes en sus respectivos segmentos y defendió con todo que su compañía incursione en la categoría de camiones, camionetas y SUV, ya que estos últimos son un fenómeno mundial de ventas, en desmedro de los sedanes.

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