Investigadores de la UNAM analizan la penetración que los transgénicos han tenido en el país
Cuando Elena Álvarez-Buylla y sus colaboradores terminaron de analizar los resultados de su estudio sobre transgénicos en los alimentos, se quedaron pasmados. Algunos investigadores ya habían reportado la presencia de transgenes en alimentos mexicanos, pero encontrar que 90.4 por ciento de las 209 muestras de tortilla que examinaron tenía rastros de maíz transgénico y que cerca de la tercera parte también tenía el herbicida glifosato, fue más de lo que esperaban, y de lo que les hubiera gustado encontrar.
La doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces es investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es miembro fundador de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) —donde coordina el proyecto Alimentación sana— y tiene una postura abierta en contra de la siembra, la comercialización y el consumo de maíz transgénico en México.
Como parte de su trabajo, Elena Álvarez-Buylla se dedica a evaluar la penetración que los transgénicos han tenido en el país y sus posibles consecuencias para el medio ambiente, la diversidad de maíz nativo y la salud humana. Fue de allí que surgió el estudio que tanto la sorprendió.
La investigadora, en colaboración con los doctores Emmanuel González Ortega, Alma Piñeyro Nelson y con varios estudiantes, analizó 367 muestras de alimentos compuestos en más de 90 por ciento por maíz, y encontró que 82 por ciento de ellos contenía entre uno y 15 por ciento de material transgénico, de por lo menos una variedad de maíz modificado genéticamente, es decir, que contenían genes de otras especies que se introducen en un laboratorio corporativo.
Las muestras se colectaron entre 2013 y 2015, principalmente de la zona del Altiplano Central. Esto implica que la mayoría de la población del país está consumiendo maíz transgénico y glifosato en sus tortillas de manera cotidiana, señala Elena Álvarez-Buylla.
“No hay estudios de inocuidad para el consumo de maíz transgénico en un país donde 82 por ciento de las familias incluye las tortillas en su dieta diaria y en donde cada ciudadano consume, con poco procesamiento, entre 300 gramos y medio kilo de maíz al día. Cuando se trata de la salud siempre hay que aplicar el principio precautorio”.
Los resultados de este estudio se publicaron en la revista científica Agroecology and Sustainable Food Systems y han reavivado el debate entre los científicos que apoyan y los que rechazan el consumo de transgénicos.
Fuente: Conacyt