Las ventas están a un nivel de 20% de lo que eran hace un año pero es necesario levantarlas a 75% para poder recuperar costos de operación; el recelo de la población y las limitaciones de aforo están matando al sector, dice el presidente del gremio de restauranteros.
El cierre de 100 días por la pandemia del Covid-19 ya tuvo un primer impacto en la industria restaurantera del país al provocar que 90,000 negocios bajaran sus cortinas y desemplearan a 300,000 trabajadores, con sus respectivas pérdidas económicas en el resto del sector; sin embargo, amenaza con agravarse si no se manda un mensaje de seguridad y caer en la “epidemia de miedo” de los comensales, advierte Francisco Fernández Alonso, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac).
A pesar de estar inmersos en el proceso de reapertura nacional de manera paulatina a las actividades cotidianas, el empresario afirma que los comensales se sienten temerosos a contagiarse al visitar un restaurante, lo que echa abajo las cuantiosas inversiones realizadas en los negocios para cubrir los protocolos de sanidad y los equipos de los empleados.
En entrevista con El Economista, Fernández Alonso sentencia que con un aforo de comensales limitado al 30% y horarios restringidos para la operación de los restaurantes, el panorama para el cliente no es nada atractivo, por lo que se espera “una muerte lenta, pero segura” para los restauranteros en los próximos dos meses.
“Muchos de los negocios viven al día, así como hay grandes restaurantes, hay chiquitos y la mayoría del gremio de restaurantes es familiar, no son cadenas, y cuando le cierran la llave de los ingresos con el cierre de la cuarentena y continúan los demás gastos, mientras averiguas qué está pasando, existe el gasto de luz, de renta, nómina, y a partir de ahí nos pasamos 100 días de cierre”, explica.
El líder de los restauranteros en México lamenta que durante ese lapso de cuarentena no hay habido apoyos gubernamentales para mantener la nómina como sucedió en otros países del mundo, lo que llevó a los empresarios a presentar efectos de corto plazo como el hecho de que el 15% (aproximadamente 90,000 negocios) del universo de los restaurantes dejara de operar, que conllevó a que el mismo porcentaje de empleos se perdieran (300,000).
De acuerdo con datos del Inegi, la industria restaurantera tenía un valor de más de 300,000 millones de pesos anuales previo a la pandemia, sin embargo, Francisco Fernández refiere que “por cada día que no se opera, son alrededor de 800 o 1,000 millones de pesos diarios, si son 100 días de cierre, ya costó 100,000 millones de pesos, porque los restaurantes no se pueden llevar sus activos”.
“Con la reapertura, parece que no importa qué tanto esfuerzo el restaurantero para proteger a los clientes, porque con un horario reducido de cierre antes de las 10 de la noche y de no más de cuatro personas por mesa, el panorama no se ve nada atractivo. Si la epidemia se mantiene nos llevará al tronadero de negocios (sic)”, sostiene el dirigente de la Canirac.
Fuente: El Economista