Había tardado, pero en la trepidante saga de piquetes de ojos, zancadillas y patadas voladoras en la Secretaría del Trabajo ya apareció el nombre de Javier Villarreal Gámez, el dirigente estatal de la CTM a quien le atribuyen no solo el padrinazgo sobre Antonio Ruiz García, sino sobre la mismísima titular, Olga Armida Grijalva, que puede ser la siguiente baja en el mesón del duracismo.

Y es que el telón de fondo de los últimos acontecimientos en esa dependencia aparece la disputa por el control de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, donde corren cantidades nada despreciables de dinero por motivos que explicaremos más adelante.

Lo que derramó el vaso y provocó la renuncia del subsecretario Antonio Ruiz García fue la ‘luz verde’ que se le dio a la CTM para el emplazamiento a huelga en varias empresas por el pago de utilidades, mismos que operó Javier Villarreal a través del subsecretario, con quien mantiene una añeja relación que a la postre llevó a Ruiz García a ocupar la presidencia de la Junta Federal del Trabajo, mientras Olga Armida fungía como delegada de la Secretaría del Trabajo (federal) en Sonora durante el gobierno de Claudia Pavlovich.

Tanto Olga Armida como Antonio Ruiz, se dice, son posiciones del líder cetemista.

Olga Armida y Antonio Ruiz son también viejos amigos y cuando la primera ocupó la presidencia del entonces Consejo Estatal Electoral, el segundo se desempeñó como abogado externo de esa institución.

También te puede interesar: EMPRESAS EN LA MIRA DE SINDICATOS EN SONORA

Ya se ha consignado aquí que el tenso clima laboral en la Secretaría, pero particularmente en las juntas locales de conciliación donde se han removido varios titulares (destaca la de Obregón, donde van cinco en siete meses) es resultado de la influencia de Ruiz García, que operó los ceses en las juntas cuando sus titulares no se prestaban a sus ‘jugadas’, pero terminó renunciando en días pasados porque desde Palacio no parecen muy contentos con la displicencia en el trato hacia Javier Villarreal.

Así, el cese de Antonio Ruiz no sería el inicio de la desarticulación del grupo cercano de Olga Armida, sino de las posiciones que tiene el dirigente cetemista en los tribunales laborales. Pero es al mismo tiempo una advertencia hacia la secretaria que no ha podido sacar adelante la instrucción de acabar con la corrupción en las juntas. Y con Ruiz García en la subsecretaría, menos podría hacerlo.

Pero, se preguntará con justa razón usted, sindicalista lectora, desocupado lector, ¿qué es lo que está en juego en las juntas locales como para desatar lo que ya se perfila como una limpia en la secretaría del ramo?

En obvio de tiempo y espacio, le daremos algunos elementos. La corrupción en esa secretaría existe desde tiempos inmemoriales y se manifiesta de distintas maneras. La primera de ellas tiene que ver con el control de tiempos y manejo de fechas de las audiencias dentro de los expedientes.

‘Aceitar’ con una lana al presidente de la junta o a funcionarios mayores es usualmente la diferencia entre resolver un asunto en breve o postergarlo por años; con los actuarios sucede lo mismo, por eso algunos andan a las diez de la noche entregando notificaciones, algunas con fecha del día anterior. Todo eso lo han tolerado los actuales y los anteriores titulares de la Secretaría.

En el caso de los emplazamientos a huelga sucede lo mismo, y allí la CTM tiene ‘alfombra roja’ para imponer fechas y procedimientos, obviamente, no gratis.

Eso pasaba antes y sigue pasando ahora. Por eso en Palacio han decidido tomar el toro por los cuernos y comenzar la limpia en la Secretaría del Trabajo para acabar con esas viejas prácticas. Por eso también se dice que la siguiente en bajar del barco podría ser la mismísima Olga Armida Grijalva, que no ha podido revertir esas inercias.

II

Si la deshidratada lectora, el sediento lector forman parte de esa legión que en Hermosillo comienza a pararse de puntitas para atisbar el futuro de esta ciudad cuyo crecimiento y viabilidad no puede entenderse sin el recurso agua, cada vez más escaso, le tenemos buenas noticias.

Ayer, el gobernador Alfonso Durazo mencionó un concepto al que no había aludido ni siquiera como candidato. Me refiero a lo que definió como su ‘gran legado’ y ese no es otro que garantizar el abasto de agua suficiente y de calidad para el consumo humano, el uso industrial y agrícola en la capital del estado.

Si en días pasados el gobernador sostuvo que el acueducto Independencia es insustituible, es claro que su mirada está puesta en el largo plazo y en esa perspectiva aparece irremediablemente la desalación de agua como una opción probada y efectiva, pero además sensible ante los escenarios de conflicto provocados por medidas que a la larga no son sostenibles ni sustentables, como el propio acueducto, que trasvasa el vital líquido de una cuenca a otra, lo cual en principio ya genera problemas de todo tipo.

Ya sea la construcción de una planta desaladora en Bahía de Kino o continuar el proyecto modular (así fue concebido) de la planta que está por comenzar operaciones en Empalme, para abastecer Hermosillo, pero la solución para la capital apunta en ese sentido y ya se están haciendo los estudios correspondientes.

Recordemos que hace más de 20 años la miopía de un alcalde como Pancho Búrquez boicoteó la construcción de una desaladora propuesta por el gobernador Armando López Nogales, que a estas alturas ya se habría pagado sola y estuviera abasteciendo a Hermosillo administrada por el propio ayuntamiento, pues su concesión a particulares ya estaría vencida.

Pero bueno, eso es historia y la realidad se ha encargado de probar que López Nogales tenía razón, y es hora de retomar el proyecto (ese o cualquier otro similar) porque ciertamente, como dicen en Cajeme, de lo que se trata es de gestionar nuevas fuentes de abasto y no dividir un recurso insuficiente.

No hay fecha para esto, pero si el gobernador dijo que ese sería su gran legado, no tengo ninguna duda de que trabajará en ese sentido en los próximos cinco años. Bien.

A vuelapluma

Fuimos de los primeros en condenar en este espacio el contenido de una llamada interceptada a ‘Alito’ Moreno en la que haría palidecer a un perico alvaradeño. Soez y corriente como el que más, el dirigente nacional del PRI soltó de su ronco pecho una serie de sandeces, entre otras aquella de que a los periodistas no hay que matarlos a balazos, sino de hambre.

‘Alito’ es a todas luces indefendible. De hecho, hay quien sostiene que su presencia en la dirigencia nacional es un peligro no solo para el PRI, sino para la eventual alianza opositora rumbo a la elección 2024, lo cual no es muy errado.

Pero del otro lado no cantan mal las rancheras. El propio ‘Alito’ dio a conocer una grabación donde el senador Manuel Velasco (sí, el mismo que envió al hoy desaparecido de la vida pública David León a entregar sobres amarillos con dinero a Pío López Obrador), en papel de cabildero de Adán Augusto López, que a su vez bajó la línea del presidente de la República, amenaza al priista con destruirlo si no plegaba a su bancada a favor de la reforma eléctrica.

Al priista ciertamente lo hicieron garras con la filtración de llamadas obscenas (incluso en lo político) -tampoco es que necesitaran mucho para desacreditarlo-, pero éste respondió con la filtración de esa llamada con Manuel Velasco, que no le pide nada a las suyas en términos de obscenidad política.

Así como el campechano no tiene manera de componer sus dislates documentados en las llamadas que presentó la gobernadora de su estado, Layda Sansores, Manuel Velasco tampoco.

Incluso obtenidos ilegalmente, esos diálogos son el retrato más fiel de una clase política negada a superar las guerras en las alcantarillas. Qué pena.

FUENTE: Crítica

0 Comments

Leave a Comment