El director general del BIS dijo que una mayor inflación y el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales orillarían a los mercados emergentes a elevar sus tasas.
La recuperación económica a nivel global está en marcha y el escenario central es relativamente favorable, pero todavía no estamos fuera de peligro y hay por delante una considerable incertidumbre y existen riesgos, advirtió Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
En el marco de la presentación del ‘Informe Económico Anual 2021’, detalló que un escenario de riesgo contempla una mayor inflación y el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, lo que orillaría a los mercados emergentes a elevar sus tasas de interés.
El funcionario indicó que si la inflación sorprendiera al alza y las condiciones financieras se endurecieran, los bancos centrales se verían sometidos a una dura prueba, por lo que sería difícil evitar episodios de alta volatilidad y tensión en los mercados.
“Ante el aumento de la inflación, es posible que algunas economías emergentes no tengan más remedio que ajustar la orientación de su política monetaria. De no hacerlo, se corre el riesgo de salidas de capital y depreciaciones de la moneda, lo que aviva aún más la inflación”.
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“Si el dólar estadounidense también se apreciara, la presión sobre muchos aumentaría aún más. Podría seguir una rebaja de la calificación de la deuda soberana, posiblemente asociada con la necesidad de apoyo internacional”, dijo.
Aseveró que los mercados podrían verse sorprendidos y ajustarse fuertemente si se anticipa un endurecimiento de la política monetaria; “incluso si los aumentos de la inflación resultan ser temporales al final”, apuntó.
Por ello, dijo, una pregunta clave en el futuro es si el fuerte aumento reciente de la inflación será temporal o más persistente. “Al día de hoy, en el BIS consideramos que lo más probable es que sea temporal”, dijo.
Pandemia, lejos de terminar
El director del BIS señaló que otro escenario de riesgo se centra en el virus, ya que la campaña de vacunación podría debilitarse y además surgir nuevas cepas del virus, resistentes a las vacunas, lo que provocaría nuevos bloqueos en la actividad productiva.
Destacó que si bien los nuevos casos de Covid están disminuyendo y las tasas de vacunación están aumentando, la pandemia está lejos de terminar, con las economías de mercados emergentes aún rezagadas con respecto a las avanzadas en la derrota del virus, además que la recuperación es muy desigual e incompleta, y las perspectivas mundiales son inciertas. “Frente a estas incertidumbres, la política macroeconómica enfrenta muchos desafíos a corto plazo, que difieren según la economía. Las políticas deberán brindar apoyo sin dejar de ser flexibles y mantener margen de maniobra”, dijo.
Esto significa, dijo, que encontrar un camino sostenible para las políticas fiscal y monetaria es el principal desafío a largo plazo.
Y la mejor manera de enfrentar este desafío y reducir las tensiones entre las dos políticas, dijo, es aumentando el crecimiento sostenible. “La búsqueda del crecimiento requiere políticas de reforma estructural contundentes y continuas respaldadas por medidas fiscales favorables al crecimiento”.
Carstens, quien fuera gobernador de Banxico entre el 2010 y el 2017, indicó que bajo este contexto, en el largo plazo los formuladores de las políticas enfrentarían grandes retos, pues vendrán nuevas recesiones y los países tendrán que estar preparados para nuevos shocks.
“Las recesiones volverán a ocurrir como parte del ciclo económico normal. Como demostró el año pasado, se necesitan amortiguadores para choques inesperados”, comentó.
Crece desigualdad
Por su parte, Claudio Borio, jefe del departamento monetario y económico del BIS, indicó que el repunte inflacionario visto en meses recientes, aunado a la inestabilidad económica y financiera vista en varias regiones del mundo han amplificado la desigualdad, por lo que los bancos centrales deberán mitigar estos riesgos.
“Las tendencias a largo plazo de la desigualdad obedecen a fuerzas estructurales que van más allá del alcance de la política monetaria. Pero eso no quiere decir que la política monetaria no tenga un papel que desempeñar”, subrayó.
El funcionario consideró que la elevada inflación a nivel global y la inestabilidad económica y financiera amplifican la desigualdad, y los mandatos de los bancos centrales se centran precisamente en luchar contra esa inestabilidad.
En el informe anual del BIS también se recalcó que, a medida que se hagan más frecuentes las recesiones económicas, las naciones deberán tener políticas fiscales prudenciales para llevar a cabo una labor complementaria que estabilice sus economías.
Fuente: El Financiero