La economía mexicana vive un momento particularmente delicado. Al estancamiento que ya se manifestaba, se suma el efecto de la pandemia. Ya se delinean los efectos más notables en algunos ámbitos: crecimiento, empleo, sector externo y desigualdad.
Crecimiento. La mayoría de los países sufrirán un retroceso profundo. Las economías avanzadas podrían tener una reducción de su PIB del 8 por ciento en 2020 y una recuperación de apenas 4.8% en 2021, según las proyecciones formuladas por el FMI en el mes de junio. La situación es mejor para las economías emergentes, para las cuales el retroceso promedio sería de 3% con un crecimiento de 5.9% en 2021. Sin embargo, entre estas economías resalta México, con expectativas de -10.5% en 2020 y de apenas 3.3% en 2021. Es decir, el resultado neto de estos dos años será una disminución de 7.5 por ciento. Al ritmo que veníamos creciendo hasta 2018, tomaría casi cuatro años recuperar el nivel que el PIB tuvo en ese año. Sin embargo, hacia 2024 la población será casi 7% mayor.
Empleo. Antes de la pandemia, el país tenía una tasa de desempleo de 3.5%, que se espera crezca a 9.5% en 2020 y se ubique en 6.5% en 2021. Los datos recientemente publicados por el IMSS dan cuenta de que todavía en junio hubo una reducción del empleo registrado ante el instituto, el cual ha disminuido en más de un millón de plazas en los tres meses que van de abril a junio. No solo es la disminución en el número de empleados. Las cifras del IMSS muestran que muchos empleos permanentes han sido reemplazados por ocupación temporal.
Cuando se considera la totalidad del mercado y no solamente el segmento formal, las proyecciones son aterradoras. Diversos analistas han alertado que la tasa de desempleo extendida (desempleados más los disponibles para trabajar) podría alcanzar a la tercera parte de la población económicamente activa.
Sector externo. Los meses recientes han sido críticos para las exportaciones, lo cual se ha reflejado en la balanza comercial. Durante 2019, este indicador tuvo un superávit de 5,820 millones de dólares. En los primeros 5 meses de 2020, apareció un déficit acumulado de 2,888 millones. La recuperación de las exportaciones va de la mano de la posibilidad de reabrir sectores como el automotriz, fuertemente integrado con la actividad industrial de los EUA. Esta situación, así como la incertidumbre respecto de la inversión extranjera, presionan el tipo de cambio, el cual difícilmente retomará niveles inferiores a los 20 pesos por dólar.
Desigualdad. La conjugación de estos y otros fenómenos previsiblemente empeorará la desigualdad. La historia económica reciente de México es contundente: los episodios de crisis han deteriorado la distribución del ingreso, en tanto la expansión económica ha disminuido la desigualdad. Ahora no tendría por qué ser distinto. Desafortunadamente se espera que el número de pobres extremos aumente en 9 millones.
La salida. México se ha resistido a aplicar medidas de estímulo económico. Evidentemente el país no cuenta con recursos como los EUA o los países europeos. Sin embargo, aun a nivel de economías emergentes, nuestra nación se destaca por la lentitud para reaccionar para diseñar medidas de estímulo fiscal (Banxico ha aplicado disposiciones de estímulo monetario relevantes, en el ámbito de sus atribuciones).
La recuperación solo será posible si se reconoce el rol del capital privado, se otorgan incentivos y se garantizan las inversiones. No se trata de revivir los rescates del pasado, onerosos y opacos. Se trata de tirar el salvavidas a negocios viables, que requieren de liquidez para sobrevivir a la crisis sanitaria y que son los que van a ayudar a amortiguar los efectos de la destrucción del empleo. Las fórmulas por emplear pueden ser distintas. Lo principal es reconocer que se requiere de la colaboración con el sector empresarial.
*El autor es socio Director de Ockham Economic Consulting, empresa de consultoría especializada en competencia económica, regulación y análisis de mercados.
Fuente: El Economista