Más allá de las muertes, la pandemia de COVID-19 también ha provocado una montaña de deuda pública global, que los países deberán hacer frente en el medio plazo, debido a la continua presión de liquidez y el alto gasto público para contener los efectos de la crisis sanitaria.
La situación ha ocasionado que, por primera vez en la historia, la deuda soberana global haya igualado el tamaño de la economía mundial, creando un nivel de incertidumbre “desconocido”, según expertos.
“La crisis de COVID-19 ha devastado la vida de las personas, sus trabajos y negocios. Los gobiernos han tomado medidas enérgicas para amortiguar el golpe, por un total de 12 billones de euros en todo el mundo”, apuntó esta semana el Fondo Monetario Internacional.
Pese a la contracción de la economía mundial, que caerá 4.4% en 2020, la pandemia no ha generado un cambio de ciclo en cuanto a débito, sino que ha exacerbado la fase de endeudamiento y la ha convertido en más densa.
Pero a este escenario se ha llegado después de una década en la que “la recaudación de impuestos a nivel global se ha estancado, se han reducido algunos tributos y las regiones con tasas más bajas de colecta impositiva se han mantenido estables o planas”, según Jaime Atienza, responsable de políticas de deuda de Oxfam Internacional.
Un informe publicado el lunes por el Banco Mundial (BM) revela que la deuda entre los países más pobres aumentó 9.5%, lo que a juicio del presidente de la multilateral, David Malpass, evidencia la necesidad “urgente” de actuar, especialmente con la crisis provocada por la pandemia.
Para tratar de amortiguar esta situación, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó un alivio inmediato de la deuda para 25 países miembros con el objetivo de enfrentar el impacto económico de la pandemia en esas naciones.
Fuente: informador