El estilo de México (1/2): identidad cultural y la industria de la moda

A renglón seguido por José Carlos G. Aguiar

Aunque se pudiera decir que México no cuenta (todavía) con una industria de la moda que se distinga propiamente como mexicana, el país ha sido durante años una fuente de inspiración importante para la moda y la industria del lujo a nivel mundial.

Históricamente, los sectores dominantes del país han preferido la ‘moda europea’ sobre ‘lo mexicano’. Los textiles e indumentarias ‘mexicanas’ son vistas como una expresión cultural folclórica que pertenece a un museo, o despectivamente como la vestimenta de las clases populares o las poblaciones indígenas. Estos rasgos de clacismo y racismo son procedentes de la experiencia colonial. Sin embargo, desde finales del siglo XX y sobre todo en la década de 2010, la identidad cultural mexicana ha sido una fuente de inspiración de las industrias del lujo mundiales.

Más allá de los estereotipos sobre la moda y los bienes de lujo como algo superficial o carente de significado por su temporalidad o elitismo, estas industrias definen estándares de belleza, estilo y gusto, patrones de lo socialmente aceptable y deseable. El negocio de la moda genera ganancias mundiales de más de 278 mil millones de dólares estadunidenses al año. Más aún, las ventas de las marcas exclusivas, tanto de ropa como accesorios, se han quintuplicado desde 2008. En este negocio multimillonario, México es un importante mercado: el país representa ni más ni menos que la mitad de las ventas en América Latina.

Entre malinchismo y populismo

Desde el siglo XIX, las élites mexicanas, como muchas otras, estaban sólo interesadas en las capitales de la moda internacional en Europa. Con el tiempo y después de la Segunda Guerra Mundial, se consolidarían Nueva York, Los Angeles y Miami como destinaciones del shopping internacional. Tanto antes como ahora, los estándares de la moda y estilo han sido definidos por las grandes casas de diseño europeas o de los Estados Unidos, mientras que lo mexicano era o es visto con desdén y desprecio.

Creer que lo extranjero es mejor que lo que los pueblos originarios producen, sólo puede ser entendido en relación a los procesos de colonización e imperialismo en toda América Latina, como en otras regiones del mundo. La figura histórica de la Malinche representa un recurso lingüístico en México que condensa la discriminación y racismo interno. Pero al mismo tiempo la vestimenta mexicana ha sido una herramienta de integración cultural para el estado mexicano posrevolucionario en el siglo XX.

En la década de 1970, durante el cenit del nacionalismo cultural mexicano, la esposa del presidente José Luis Lopez Portillo, ‘la compañera’ María Esther hizo de los rebozos yhuipiles parte de la etiqueta oficial en Los Pinos. Tanto ella como las esposas de gobernadores y funcionarios públicos, hacían gala de los ‘vestidos autóctonos’ para las actividades oficiales y recepciones diplomáticas. Por su cuenta, los políticos vestían lasguayaberas como un signo de cercanía con el pueblo mexicano. Para las élites ‘lo mexicano’ era un sinónimo del populismo del estado priísta, o el folclore perteneciente a los sectores populares.

El culto a la personalidad: Kahlo, Félix, Zapata…

En contraste con el uso populista o el desprecio de los textiles y diseños ‘típicos’ de México, la identidad cultural mexicana ha sido una fuente de inspiración para los diseñadores internacionales. Sin lugar a dudas, la figura que mejor representa esta fascinación extranjera por el gusto y diseño mexicano es Frida Kahlo. La pintora desarrolló un estilo personal por medio del uso de textiles indígenas y accesorios de las ‘clases populares’ que ella misma compraba en los mercados y en la calle. Frida se convirtió en el ícono de la modernidad intelectual, revolucionaria y feminista del México del siglo XX cuando el fotógrafo Nickolas Muray la retrató en 1939 para la legendaria portada de Vogue (figura 1). A partir de la década de 1990 se puede incluso hablar de una ‘fridomanía’ que hace uso, quizá abuso, del estilo ‘exótico’ de la pintora. Frida Kahlo es hoy en día parte de la cultural global, y una embajadora de la cultura mexicana en el mundo.

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Otro claro ejemplo del culto a la personalidad mexicana por las industrias del lujo es la actriz María Félix. Creadora de su propio mito, la actriz hacía gala de la ostentación del lujo como un símbolo de su éxito personal. Con el uso de piedras preciosas, y en su barroquismo o estética casi kitsch, La Doña creó un estilo único y reconocible. La firma Cartier lanzó en 2006 una linea de relojes y joyería inspirada en el estilo de María Félix (figura 2). Algunas de las piezas fueron diseñadas en su momento por Cartier para Félix, quien en vida dio diferentes comisiones a los joyeros para realizar únicas y extravagantes joyas.

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La industria de la moda también ha encontrado inspiración en figuras masculinas, particularmente en los caudillos revolucionarios mexicanos. Por ejemplo, Emiliano Zapata se ha convertido en un ícono de la masculinidad posrevolucionaria mexicana; un macho de fina sensibilidad y estilo, con una conciencia política y étnica profunda. Si bien la figura de Zapata es completamente removida de su connotación política, los diseñadores ven en el revolucionario un epítome del buen gusto y de una mexicanidad vanguardista. El estilo del caudillo fue el punto de partida para la colección primavera/verano 2014 de la marca italiana Etro (figura 3). La colección retoma diferentes elementos de la vestimenta de Zapata y de la charrería mexicana (vestimenta de los vaqueros), como los sombreros, botas, accesorios de plata y el cuero piteado (piel cincelada). Con esta colección, Etro actualiza el estilo austero y elegante de Zapata, y al mismo tiempo celebra la cultura de la charrería mexicana.

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Las industrias creativas y la identidad cultural

La identidad y diversidad cultural de México ha sido una constante fuente de inspiración para los diseñadores y las industrias del lujo. Junto con México, Perú y Bolivia son las naciones latinoamericanas que cuentan con extensos repertorios textiles y de diseño que se pueden encontrar en la punta de lanza de la industria de la moda internacional.

La moda es una actividad económica basada en la creatividad, innovación y novedad. Los ejemplos que aquí se mencionan tratan de empresas dominantes en la industria de la moda y el diseño, que tienen la capacidad técnica para ‘traducir’ la cultura en atractivos objetos de consumo.

Pero ¿a quién pertenece la cultura? ¿Quién puede comercializar y beneficiarse de un ídolo popular, una figura histórica o la identidad cultural de un país? Los estudiosos de la cultura, junto con las industrias de la moda y el diseño, tienen mucho que explorar y debatir en relación a la propiedad intelectual y las políticas públicas para la regulación del patrimonio cultural mexicano. En la siguiente entrega discutiré a detalle sobre estos puntos.

Fuente:

http://aristeguinoticias.com/2109/opinion/el-estilo-de-mexico-12-identidad-cultural-y-la-industria-de-la-moda/

Publicado por:

Joaquín