El valor y el significado del trabajo

Tenemos la idea equivocada que solo el trabajo remunerado es trabajo “de verdad” y valioso, siendo esto completamente falso, debido a que hay infinidad de trabajos no remunerados, sumamente valiosos, que sin ellos nuestras vidas serían inviables. Pensemos en el trabajo de una madre cuidando y atendiendo a su bebé recién nacido, el trabajo de un hijo cuidando a su padre enfermo, etc.

En México, según el Inegi, el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados registró el año pasado un nivel equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que representó el 23.5% del PIB del país.

Al observar el valor del trabajo doméstico y de cuidados por decil de hogar según el ingreso corriente, las mujeres que obtienen mayores ingresos en este rubro, son quienes ganan el equivalente a 56,450 pesos en promedio al año. Por su parte, la contribución de los hombres es de 24,076 pesos.

Claramente, ambos son trabajos arduos y no remunerados, entonces ¿Qué es el trabajo?

Es cualquier actividad humana que requiera un esfuerzo para una tarea socialmente relevante en el orden intelectual, cultural, social o económico.

Como afirma Julián Marías, filósofo y ensayista español: “Dios creo al hombre lo menos posible” para que, mediante nuestro esfuerzo personal, fortaleciendo nuestra voluntad, mediante el trabajo, nos acabemos de hacer y de perfeccionar.

El trabajo nos invita a desarrollar nuestras capacidades, nuestros dones. Gracias a él perfeccionamos nuestras habilidades, nuestros talentos.

Es un medio propicio para formar nuestra voluntad, para hacerla fuerte, para practicar infinidad de virtudes como: el compromiso, la responsabilidad, la honradez, la tenacidad, perseverancia, la resiliencia, etc.

Con la práctica de estas virtudes, logramos atemperar nuestro carácter, como lo indica su raíz etimológica, “vir” nos ayuda a ser viriles, fuertes, guerreros, a lograr el dominio sobre nosotros mismos.

Mediante nuestro trabajo, desplegamos nuestra creatividad, así transformamos y dominamos la realidad. Pensemos, por ejemplo, en el invento de la rueda; creada antes del 3500 A. C., fue una invención fundamental para el desarrollo humano, a partir de ella se pudo fabricar maquinaria y transporte, entre otras cosas.

Gracias a la creatividad que requiere el trabajo, desarrollamos la curiosidad, la imaginación y con ello contribuimos al progreso social.

Es un medio para ganarse la vida, tiene doble retribución: Interna y externa. Para que nuestro trabajo sea significativo, debe atender ambos aspectos.

La retribución interna también llamado “salario emocional” esta integrado por: reconocimiento al trabajo de nuestros colaboradores, hecho con calidad; por favorecer un buen ambiente laboral; brindar oportunidades de aprendizaje y desarrollo; ofrecer retos que inspiren, etc.

La retribución externa es más objetiva y repetible, nos referimos a sueldo y prestaciones.

El salario emocional es también una herramienta para la retención del cliente interno, debido a que quien reemplaza el puesto, no tiene el mismo nivel de experiencia y conocimiento desde el principio. No llegará inmediatamente al nivel de productividad.

El tiempo promedio del reemplazo es de 45 días y el tiempo estimado para alcanzar la productividad esperada es aproximadamente de 60 días. De acuerdo a las mejores prácticas y a los consultores más prestigiados en el tema, la rotación tiene un costo significativo que equivale a prácticamente un año de compensación anual, lo cual evidentemente tiene un impacto considerable en la rentabilidad del negocio

Mediante nuestro trabajo de calidad aportamos, contribuimos y servimos a la sociedad, ponemos nuestros dones, talentos, habilidades y destrezas al servicio de los demás, pensando en los beneficiarios de nuestro servicio. Encontramos sentido a nuestros deberes y obligaciones. Dejamos nuestra huella, nuestra “marca” en el mundo, nuestro trabajo nos trasciende, ya que nuestra forma de servir es única e irrepetible, como somos cada uno de nosotros. Lo que tú haces y como tú lo haces, es único y personal.

Es una fuente inagotable de autoestima y realización personal, por el esfuerzo que requiere, no hay mayor satisacción que la sensación del “deber cumplido”, “misión terminada”. El esfuerzo -lo sabemos todos-, tiene su propia gratificación.

Por todo esto, afirma Jacques Maritain, filósofo francés: “Quién se toma en serio el hacer su mejor contribución a la sociedad, con su trabajo transformará su vida y la de los demás.  Será un verdadero agente de cambio y de mejora en la sociedad”.

*La autora es miembro del Comité Técnico Nacional de Capital Humano del IMEF

Fuente: El Economista

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