El volátil factor Trump

A medida que el nombre de Donald Trump vuelve a resonar en la política estadounidense, la volatilidad se cierne sobre los mercados. No es sorpresa que quien prometió construir un muro y metió a todo el planeta en una guerra comercial vuelva a poner nerviosos a los inversionistas. Ya lo hizo en 2016, cuando su victoria sorpresa sacudió las bolsas, las divisas y hasta a los inversores más experimentados. Ahora, el tipo está de nuevo en la pelea, liderando las encuestas contra Kamala Harris.

El gran dilema no es si ganará uno u otro, sino el cómo. Las elecciones están tan cerradas que nadie se atreve a predecir una victoria aplastante, y eso puede ser lo mejor que les pase a los mercados.

Ninguno de los candidatos parece tener lo que hace falta para arrasar en las urnas. Trump, con todo y sus arranques y locuras, no podría hacer y deshacer a su antojo. Con un triunfo cerrado el Congreso, de alguna manera, mantendrá las cosas bajo control. En otras palabras, Trump con el Congreso en contra no es tan peligroso como Trump con vía libre. Afortunadamente, eso es lo que parece más probable en este escenario: un equilibrio incómodo, pero que evitará que el caos reine.

Lo que sí es seguro es que, si Trump regresa, los aranceles estarán de vuelta en la mesa. ¿Y quiénes pagan el precio? Los sectores clave como el automotriz, donde México tiene mucho que perder.

Además, la Reserva Federal de EU y su lucha contra la inflación sigue siendo un jugador clave. Si Trump decide empezar a mover piezas de manera impredecible, el banco central tendrá que intervenir, probablemente con políticas más restrictivas.

¿Qué hará Trump si gana? ¿Qué tan fuerte será el impacto en los mercados globales? ¿Qué papel jugará la Reserva Federal? Demasiadas incógnitas para los inversionistas que siempre prefieren la certeza a las sorpresas.

Lo que es seguro es que, gane quien gane, el impacto no será tan devastador como en 2016. En aquel entonces, nadie esperaba que Trump ganara, y los mercados reaccionaron con pánico. Esta vez, el factor sorpresa ya no es tan grande. Los analistas están más preparados y los mercados más curtidos.

Al final del día, la elección en Estados Unidos no solo decidirá quién se sentará en la Casa Blanca, sino también qué tipo de economía global tendremos en los próximos años. Trump representa una vuelta al proteccionismo, a las guerras comerciales y a la incertidumbre en los mercados internacionales. Harris, por su parte, promete un enfoque más diplomático y predecible, lo que podría traer un respiro, al menos a corto plazo.

Lo que es seguro es que, gane quien gane, México tendrá que adaptarse una vez más a los caprichos de su vecino del norte. Y aunque Trump sea el factor más volátil en esta ecuación, no debemos subestimar la capacidad de sorpresa que tiene la política estadounidense. Así que más vale estar preparados para cualquier cosa.