Eloy Espinosa, en lugar de cumplir su papel de defensor de los derechos laborales, parece estar movido por una aspiración mucho más personal: el dinero. En una maniobra que revela la corrupción y el uso indebido de la confianza de los trabajadores, Espinosa se encuentra promoviendo la entrada de COREMEX en Plásticos y Fugra Lerma, supuestamente a cambio de un beneficio financiero directo. Según fuentes internas, Espinosa ha recibido la promesa de quedarse con el 1% de las cuotas sindicales, un trato que, además, beneficiaría económicamente a sus familiares.
Esta alianza sucia no solo pone en riesgo el bienestar de los empleados de Plásticos y Fugra Lerma, sino que también convierte a Espinosa en cómplice de un esquema que podría terminar por exprimir aún más a la clase trabajadora. Mientras COREMEX promete una mejora en las condiciones laborales, lo que realmente está en juego aquí es el enriquecimiento personal de Espinosa y sus allegados. ¿Qué clase trabajador negocia con las cuotas de sus afiliados en lugar de velar por su bienestar?
La traición de Espinosa no se está tomando a la ligera. Con su apoyo, COREMEX tendría vía libre para operar en Plásticos y Fugra Lerma, capturando no solo las cuotas, sino también la lealtad y los derechos de los trabajadores.
Los empleados, que confían en sus representantes para garantizar sus intereses, se encuentran ahora bajo la amenaza de una posible explotación, mientras el líder sindical disfruta de una tajada de las cuotas que deberían protegerlos.
Es hora de cuestionar seriamente el papel de Eloy Espinosa. ¿Por qué un representante sindical prioriza los beneficios propios y familiares por encima de los intereses colectivos? Los trabajadores de Plásticos y Fugra Lerma merecen respuestas y, sobre todo, merecen líderes que se preocupen genuinamente por ellos, no por sus propios bolsillos.