A Gustavo Tomé se le comenzó a llamar El Tiburón por su habilidad para lograr negocios de altos dividendos apostando a sectores nuevos, de rápido crecimiento o que se vendían barato. Su lema, durante años, ha sido el de abrazar al riesgo en lugar de temerle.
Gustavo Tomé empezó a los 16 años, al tener que tomar el negocio que su familia mantenía y aprender a ser empresario en plena adolescencia.
Él mismo considera su camino difícil porque algunas veces perdió debido a malas decisiones. Sin embargo, tuvo el acierto de convertir esto en un aprendizaje que lo llevó a adquirir la astucia que hoy lo tiene dónde está.
Dentro de sus empresas encabeza el liderazgo social que todas las empresas mexicanas necesitan para tener un país justo y equitativo con todos sus habitantes. La ha convertido en un eje prioritario para sus operaciones. Mantener un buen clima laboral que garantice los derechos de todos y apoyar iniciativas que detonen el desarrollo comunitario, son algunas de las medidas con las que el mismo Gustavo Tomé está comprometido ya que cree firmemente en que contribuirán a impulsar un desarrollo social incluyente y sostenible para los mexicanos.
A través de alianzas como la que sus empresas guardan con Fundación Construyendo y Creciendo, han contribuido en proyectos de educación dirigidos a los trabajadores de la construcción.
Además, dentro de sus estrategias de desarrollos está comprometido con los nuevos retos que se enfrentan en el ámbito inmobiliario por lo que ha hecho lo necesario para replantear soluciones sostenibles que brinden los espacios y amenidades necesarios para el ahora.
De esta forma, Gustavo Tomé busca mantenerse activo no solo en los negocios, sino además, incentivar que el empresario actual sea partícipe en el desarrollo social, ambiental y económico del país. Este tipo de empresarios y empresarias necesitamos mucho hoy en día, que puedan no solamente generar riqueza para México sino condiciones de vida mejores para sus ciudadanos.