¿Es mi impresión o a los mercados financieros realmente les importa muy poco lo que pasa en las cumbres del G20? Parece que sí pues mientras los líderes de las 20 economías más grandes del mundo lanzan discursos sobre hambre y pobreza, los inversionistas miran hacia otro lado, más interesados en las criptomonedas y en el eco que deja el nombre de Donald Trump.
Joe Biden, por su parte, parece más un vaquero en retirada que un líder mundial. Las bravatas recientes, como autorizar a Ucrania el uso del Sistema Táctico de Misiles del Ejército (ATACMS) contra objetivos en Rusia, suenan más a un acto de despedida que a una estrategia seria. Biden ya está empacando mientras Trump prepara la mudanza a la Casa Blanca prometiendo resolver la guerra en Ucrania. Como en la foto del G20, Biden llegó tarde al concierto global. Tal vez en la próxima cumbre sea solo una anécdota más en la larga lista de líderes que hablaron mucho e hicieron poco.
Mientras tanto, el G20 adoptó una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, un acuerdo firmado por 81 países con el objetivo de erradicar estas lacras para 2030. Pero, siendo sinceros, resulta triste saber que los dueños del dinero dan prioridad al próximo tuit de Trump, las fluctuaciones del bitcoin, o las cotizaciones de las empresas dueñas de la inteligencia artificial cuando ningunean los pactos para alimentar al mundo. Los discursos suenan bien, pero en Wall Street, el hambre es solo un término en un informe de desarrollo sostenible.
Por lo menos para México el saldo del G20 parece menos oscuro. La presidenta Claudia Sheinbaum pudo proponer destinar el 1% del gasto militar global para un programa de reforestación masivo, inspirado en «Sembrando Vida». La idea, aunque utópica, no carece de ambición: recaudar 24 mil millones de dólares anuales para reforestar 15 millones de hectáreas.
Además, Sheinbaum aprovechó la cumbre para reunirse con Biden y Justin Trudeau, abordando temas sensibles como la relación de México con el TMEC. Mientras en Canadá surgen algunos “curiosos” políticos, críticos “espontáneos” de la participación de México en ese acuerdo comercial; la mandataria reafirmó la posición mexicana, recordando que el país no está en el TMEC por caridad, sino porque es un jugador clave.
También, para fomentar el ardor de canadienses y conservadores mexicanos; México también destacó en el grupo MITCA (México, Indonesia, Turquía, Corea y Australia), que busca alternativas de liderazgo global para construir un mundo más equitativo y sostenible.
Así, el G20 deja, como siempre, una mezcla de promesas, críticas y agendas difusas. Los líderes mundiales vuelven a casa con fotos oficiales y declaraciones llenas de palabras vacías. Los mercados seguirán priorizando las señales de Trump y las tendencias de inversión, mientras el hambre y la pobreza quedan relegadas al cajón de «buenas intenciones».