Horas trabajadas en el sector manufacturero caen 29% por confinamiento

Las horas promedio que se trabajaron en el sector manufacturero cayeron 28.6% durante abril, el primer mes de la emergencia sanitaria decretada por las autoridades.

Horas trabajadas en el sector manufacturero caen 29% por confinamiento

Durante el primer mes de confinamiento decretado por las autoridades en la emergencia del Covid-19 la industria manufacturera mexicana fue uno de los sectores más afectados. Las horas trabajadas reportadas en este sector cayeron 28.6% en relación con el nivel de marzo.

Por su parte el personal ocupado total se contrajo en 1.9% de marzo a abril y las remuneraciones medias reales (sueldos, salarios y prestaciones) que perciben los trabajadores de este sector cayeron 2.1%, de acuerdo con la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM) del Inegi.

Del total de trabajadores que quedaron fuera del sector los más afectados fueron los obreros; este personal se contrajo 2.0% en este mes, mientras que el total de empleados cayó 1.2 por ciento.

La brecha entre obreros y empleados se profundizó en términos de remuneraciones. Los salarios pagados a obreros en la industria manufacturera se redujeron 3.8% y los sueldos pagados a empleados disminuyeron 0.2 por ciento.

Durante este cuarto mes del 2020 las prestaciones sociales percibidas por todos los ocupados en el sector registraron un incremento modesto de 0.1% en relación con el mes previo.

Este panorama refleja ya reducciones en el total de trabajadores en el sector y una contracción pronunciada en el tiempo trabajado; en línea con la paralización de actividades no esenciales para contener la propagación del virus.

Durante abril y gran parte de mayo una de las industrias que se mantuvieron en pausa fue la industria manufacturera; los especialistas proyectan un impacto mayor de dicho freno operativo en el segundo trimestre del año. Durante los primeros días de junio la mayor parte de la industria manufacturera comenzó su proceso de reactivación operativa. 

Fuente: El Economista

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