Suena la campana y arranca el primer round de lo que podría ser una de las peleas políticas más intensas de los últimos tiempos. De un lado del cuadrilátero, el republicano Donald Trump, con su característico estilo provocador. Del otro lado, la demócrata Kamala Harris, una exfiscal con experiencia en la Vicepresidencia, pero aún con la tarea de darse a conocer mejor ante el público. Este martes se verán las caras por primera vez en televisión.
Trump, fiel a su estilo, no se saldrá de su boxeo rudo y fajador. Veremos un Trump golpeando con sus jabs relacionados con la frontera y otros más con el aumento de la inmigración. Como quien busca derribar a su oponente a base de golpes repetidos, Trump sabe que la inmigración le dará puntos.
Por otro lado, Harris subirá al ring con más de tres años de experiencia en la Vicepresidencia, pero como una boxeadora fuera de ritmo. Kamala sigue siendo una desconocida para gran parte del público y no define bien su estilo, incluso con cambios en sus posturas políticas. El desafío para Harris será evitar quedarse contra las cuerdas mientras intenta presentarse como una opción más técnica, frente al agresivo Trump.
Los momios para la pelea están cerrados. Según una encuesta reciente de The New York Times, Trump tendría el 48% de los votos, apenas un punto por encima de Harris. Un empate técnico que podría romperse con datos de la economía.
Por eso los mercados están nerviosos evaluando a los contrincantes. Los especialistas en economía ya han advertido que cuando las elecciones están reñidas, las acciones sufren antes de la elección. Sin embargo, dicen que una semana antes del gran día, las acciones comienzan a recuperarse.
Así como no se sabe quién ganará la pelea Harris-Trump, los economistas no saben a ciencia cierta hacia dónde va la economía de EU. Los inversionistas y las empresas están en sus esquinas, sin lanzar golpes, esperando ver cuál será el próximo movimiento de la Reserva Federal. ¿Recortarán las tasas de interés? ¿Habrá un golpe sorpresa? Incluso, algunos inversores dicen que el informe de empleo del viernes pasado parecía indicar un enfriamiento gradual de la economía, pero otros ven una recesión más grave en el horizonte. Nadie sabe cómo marcar los puntos de este combate.
Otros analistas argumentan que lo que estamos viendo no es una recesión. Según ellos, la economía estadounidense no está entrando en crisis, sino que solo experimenta una desaceleración del crédito. Por lo tanto, apuestan a que la Fed reducirá las tasas en 25 puntos básicos durante la próxima reunión del 18 de septiembre.
Y así llegamos al gran debate político, que se convierte en un reflejo del debate económico. Por un lado, la continuidad de una economía relativamente sana, pero con signos de desaceleración. Por el otro, la posibilidad de retomar el rumbo que Trump dejó trunco hace cuatro años. ¡Que suene la campana!