La Inteligencia Artificial se halla presente en nuestro día a día como en la agricultura de precisión, la electricidad, el petróleo y hasta las bicicletas.
Imaginen un día ordinario en sus vidas: despiertan, desayunan y, tal vez, utilizan algún medio de transporte eléctrico como el metro, uno a base de combustibles fósiles como el automóvil o, incluso, se desplazan en bicicleta. Llegan a su lugar de trabajo, encienden las luces, tienen acceso a agua y, quizá, aire acondicionado. Así transcurre el día, interactuando de manera casi imperceptible con las diversas industrias que conforman nuestra existencia.
Uno podría dejarse llevar por la idea romántica de que la Inteligencia Artificial generativa, como ChatGPT, transformará nuestras vidas; sin embargo, en realidad, son las aplicaciones menos llamativas las que ejercen un mayor impacto en nosotros. Reflexionemos sobre la agricultura, esa actividad esencial que define a la humanidad y nos distingue como civilización. Resulta asombroso pensar que, aún en la actualidad, muchas prácticas se basan en optimizaciones de técnicas ancestrales sobre rotación de cosechas y manejo de ventanas de cultivo. La agricultura de precisión, que emplea herramientas como la Inteligencia Artificial, nos permite ser mucho más eficientes en esta labor trascendental. No obstante, son pocas las startups que se enfocan en este ámbito, en contraposición a aquellas que se concentran en fintech o en innovaciones vinculadas a ChatGPT.
Contemplemos, a modo de ejemplo, otro aspecto de la vida cotidiana: la electricidad. Las redes responsables de garantizar un suministro constante de energía eléctrica enfrentan desafíos múltiples, como mantener precios accesibles y un flujo ininterrumpido. Empresas como AutoGrid lideran el mercado, aplicando Inteligencia Artificial para reconfigurar la red de manera inteligente y optimizar el uso de diversas fuentes de energía eléctrica.
Quizás utilicen gasolina; en tal caso, compañías como Shell invierten millones de dólares en tecnología para explorar y asegurar un flujo constante de petróleo. Además, en las operaciones diarias de una empresa petrolera, se puede emplear IA para optimizar la perforación, así como predecir la vida útil de un pozo o la manera más eficiente de explotarlo.
En relación a la bicicleta, podemos concebirla como la amalgama de múltiples materias primas y procesos de transformación, donde la optimización mediante IA es ferozmente competitiva. Desde la extracción de minerales para optimizar el uso del aluminio hasta el análisis de cargas para incrementar la eficiencia de la bicicleta.
La IA se halla presente en nuestro día a día de manera tan sutil que, a menudo, no nos percatamos de ello. A mi juicio, aquellos países que logren capitalizar el valor generado en esta industria serán los que se adelanten al resto. En México, es tarea primordial del gobierno y de empresas como Pemex y CFE emplear estas tecnologías en pro del bienestar de todos los mexicanos. Resulta imperativo que el gobierno establezca alianzas con empresas y universidades para desarrollar proyectos de gran envergadura que aseguren la autosuficiencia nacional.
La situación actual exige con vehemencia que el senado tome medidas inmediatas y priorice el debate de propuestas para incorporar la Inteligencia Artificial en sectores clave como la agricultura, la energía y la salud. Además, es fundamental mencionar que los investigadores que reciben financiamiento público tienen la responsabilidad de dirigir sus esfuerzos hacia soluciones en áreas prioritarias como éstas. La competencia global y el rápido avance tecnológico no esperan; México no puede darse el lujo de quedarse rezagado en esta carrera.