Los dilemas y el conformismo en política

La gran espiral en que nos encontramos en el país no se ha terminado y los dilemas están superando las alternativas debido al conformismo.

Es fácil hechizar a los que por cosas vagas se dejan llevar ya sea por el dinero, los placeres o la bebida, también, que se asombran y olvidan los problemas, con un espectáculo en que les aplauden y los ponen en el centro del escenario; es una terrible herramienta política para hacer caer hasta los más prudentes y quien lo orquesta sabe que es la mejor forma para el convencimiento, a quien se le calificará de astuto, más no de estadista, porque a veces olvidan los trozos que van dejando en el camino y que no se ponen a pensar que van a tener que pasar por el mismo camino y todo lo edificado puede caerse al toparse con la realidad.

Otra forma de apaciguar la voluntad, está en el temor o el conformismo, porque luchar por algo, implica dejar las comodidades de la vida cotidiana que fueron dadas por la posición. Para algunos, ese cambio de status implica un elemento fundamental para no tener la valentía de hacer la conquista, más en un país como el nuestro, que no es una pequeña nación de Europa con población homogénea y donde sus máximos problemas internos están en que las empresas transiten a la energía alterna por la devastación del cambio climático; no, aquí, es el México profundo, de grandes territorios, distintas formas de pensar, diferencias abismales entre poblaciones y que los problemas tienen que ver con la seguridad, con desapariciones y el uso de la violencia distinta a la legitimada por el Estado, así como la falta de garantía igualitaria de servicios básicos y derechos humanos fundamentales. No es sencillo asumir el liderazgo.

Por eso estamos en dos grandes dilemas que, a la vista de la sociedad mexicana, deja en cuestión hacia donde decidir participar y sumar sus voluntades. ¿A qué me refiero? A que hay dos cosas que no toleran las y los mexicanos de sus líderes: la simulación y la tibieza. Justamente ambas, se les alude (en este contexto) a una y otra de las partes respectivamente.

Sobre el lado de la simulación, existe sobre un proceso que nuevamente digo, cayó en lo absurdo por las contrariedades en ella, primero aparenta ser un trazo de más de dos años por el destape, que ofrece una encuesta muy sesgada debido a la mala elección de distritos y finalmente una cargada hacia una persona que en lo personal, no necesitaba hacer más, ni utilizar más recurso que hacer buen gobierno y competir sin otros favores, evitando además, los compromisos en demasía que pueden obstruir hasta sus propios intereses de gobernar (en lo personal fue la razón para no elegir ese lado). Otro, es de los actos públicos rutinarios de ser políticos que abonan a esa percepción: -sabemos que si tuviera esos recursos haría lo mismo-, -no, todo fue totalmente democrático-, -me preocupa que haya dados cargados, pero sigo aquí-, -el país está mejor que nunca-.

Para los que sostenemos la credibilidad de un proyecto desde nuestra trinchera, esto nos deja en una situación poco viable y que es importante reflexionar por parte de la totalidad de los participantes, -no solo los que encabezaron la competencia-, sobre las consecuencias que ya están a la vuelta de la esquina. Debieran estar preocupados por el contexto resultante.

Preguntas que debemos resolver: ¿qué diré a mi distrito, localidad o sector que no fue consultado? ¿cómo resolver las grandes problemáticas como la seguridad, el agua y los derechos sociales si el tiempo y el recurso ya no vuelven a donde debían estar aplicados? ¿cuál va ser el efecto en el proceso electoral oficial o incluso en la capacidad de gobernar de mis representados cuando hay más defraudados y ejemplificamos la no consulta con el uso del aparato (que, para términos rasos, lo asimilan con el uso de la fuerza, -si él hizo eso, entonces por qué no puedo yo hacerlo con lo que tengo a la mano, un arma-)?

En palabras globales, simular es no creer, no creer trae el abstencionismo o la reacción agresiva, más cuando las consecuencias globales, nos llevará a una situación delicada e inesperada.

Cabe señalar, que el bloque generacional más grande de nuestro país en estos momentos: de los 30 años de edad; les tocó vivir la decepción (simulación) de la “alternancia”, de un partido de izquierda que cedió su derecho a gobernar (nacionalmente) y ahora gobernando otro con una causa hacia los pobres, aplicando en su último estirón, las mismas prácticas que originó su propia rebeldía a la monarquía sexenal. Es decir, es más sencillo no volver a creer.

Sobre la cara de la tibieza, primero hay que definirla, como aquella persona o acto que va en contrario con lo que el sentido común colectivo considera que es la decisión más acertada y necesaria para resolver un problema, sea ocasionado por algo estructural o por un agravante reciente. Puede decirse que el vox populi tiene una percepción de a quién quieren a la cabeza, que por más que los antipopulistas se oponen, el tener un liderazgo con la determinación necesaria, trae cambios simplemente porque los individuos se sienten motivados. Pero nuestro pueblo es exigente en realidad, aunque no lo digan para afuera, menos cuando no ven perfiles: quieren alguien que acepte los problemas y adopte sus causas, y para este estado de nuestra historia, que concilie y haga buen gobierno; en que el carisma tendrá que ver con la empatía, la motivación de cumplir sueños y la paz que proyecten.

La tibieza se da por una razón: que, al llegar a tomar decisiones contundentes, forzosamente implica dejar atrás la vida que se llevaba y para la amplitud de nuestra nación es algo que lleva unos años o en su caso, orquestar una gran estrategia que en la cabeza estructural necesita a los mejores (entendido por los que saben operar o saben agrupar las conciencias), de forma contraria, o se topará con un tremendo fracaso, o en su caso, su propia inercia por mantener la estabilidad de una vida con ciertas condiciones, lo que haga retractarse. Como dicen algunos en el discurso de calle, no para todos es la política, menos la política mexicana.

Pero ojo, quizá el otro lado ya se siente victorioso al ver algunas no acciones, cuando debieran estar mucho más preocupados, porque si alguien no absorbe ese dolor al abuso y a la simulación por tibieza, la acción consiguiente, es que explotarán ante su realidad local.

Efectivamente, “la libertad se conquista” aunque por favor, no seamos tan fríos y cerrados como para dejarse guiar, porque terminaremos en una guerra sin cuartel y con falta de amor al otro, eso se edifica, y así lo entendemos quienes hemos vivido entre los distintos mundos que representa México.

Aquí están los dilemas que obstruyen a las y los que queremos construir un “Proyecto de Nación”: ¿Qué decirles a las y los trabajadores del país agrupados o no, si han sido víctima de la simulación (y el charrismo) por años? ¿Cómo renovar las esperanzas a las juventudes mexicanas? ¿Qué decir a las y los auténticos activistas sociales y medio ambientales si son tantas las veces que les han dicho que todo está bien cuando son los que tienen los datos y los hechos directos de las dificultades de esta nación (obvio hablo de los auténticos, no los que sirven para la grilla de otros)?

Hay que estar dispuestos a sentarse y escuchar, salir del escudo de la casa y los amigos que nada nos dicen y, por otro lado, del escenario programado para el show mediático. Nos criticarán, algunos nos agradecerán, otros más estarán dispuestos a ayudar. Así es esto, hay que recargar la rodilla en el suelo y poner una mano hacia arriba y otra hacia abajo, eso es el liderazgo.

Y nuevamente, quedamos en el limbo, porque fueron nuestras generaciones, las que les tocó el final de una época y de las luminarias del cambio, conllevando un estado de caos por las contradicciones, que estábamos demasiado lejos (y sin edad en esos ayeres) para poder hacer algo lo suficientemente fuerte. También estuvimos en los plantones en el zócalo, -cada quien hizo su parte-, aunque no nos dieron la oportunidad de estar cerca. Pero ahora es otro tenor, ya se ha caminado, y las palabras sí tienen un afecto profundo como las raíces de los árboles, porque se ha ido y regresado, dejando un telar en todo el país.

No subestimemos el poder de las palabras, si Jesús (el nazareo, el de carne y hueso que se decía a sí mismo “hijo del hombre”) con la sola palabra y los milagros (provenientes de la palabra) en una pequeña provincia, cambiaron al mundo entero.

La acción es una consecuencia de lo otro, y diré, esta ola de circunstancias, nos han obligado a salir, porque seguir las viejas reglas, por ahora, nos condenarían como nación. “Los caminos de la vida no son como nos decían” e invito a imaginar y forjar la voluntad, porque la vamos a necesitar.

Finalmente, derivado de mi artículo anterior, ahora asumo: si ellos son tan stalinistas y nosotros tan roosveltianos, pues no queda más que ser bismarkianos y retomar la cruzada de Morelos. “Para el valiente, nada es inalcanzable” (Alejandro Magno). Algunas y algunos no tememos a la muerte porque la conocemos de cerca, más bien, nuestra mente quiere trascendencia para el pueblo.

NOTA DIRECTA: Aquel que se dedica a ganar elecciones para los progresistas iberoamericanos, lo reto en la estrategia y lo invito a reflexionar sobre su efecto en la debilidad de gobernar que deja la puerta abierta a que el conservadurismo vuelva a llegar y con más fuerza. Necesitamos un Foro del Progresismo Iberoamericano que seriamente modifique sus movidas que signe el fin de las marcas políticas y el “hola” a las causas.

Por cierto, si me quieren en la escena pública, lo siguiente es un debate y ya sé con quiénes, y por favor, no hablemos de personajes y de ismos, sino de proyectos de nación.

Su amiga, Prof. Dora Isabel González Ayala.

Fuente: Informante Centro

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