La Reserva Federal de EU no deja de sorprendernos. Después del mega recorte de la semana pasada, varios de sus integrantes han salido a escena y ninguno ha cerrado la puerta a otra bajadita de 50 puntos básicos en la próxima reunión, programada para el 7 de noviembre. Ahora las probabilidades están a un 50% entre un descenso modesto y uno más agresivo.
Jerome Powell, el presidente de la Fed, intentó la semana pasada ponerles freno a los rumores de recortes salvajes. Pero con la arrogancia de sentirse libres, sus colegas en Chicago, Atlanta y Minneapolis no han descartado que se venga otro hachazo.
Ahora todos han estado divagando sobre la novedosa «tasa de interés neutral», ese concepto teórico que, supuestamente, marca el punto exacto en el que la economía puede crecer sin desequilibrarse. El problema es que nadie sabe cómo calcularla.
Austan Goolsbee, de la Fed de Chicago, explicó que en los próximos 12 meses la Fed tiene que llevar las tasas a un nivel neutral y sin fracturar el mercado laboral. Por otro lado, Raphael Bostic, de la Fed de Atlanta, admite que la Fed probablemente tenga que bajar las tasas para alcanzar el tan buscado nivel neutral, pero lo quiere hacer despacito. Neel Kashkari, de la Fed de Minneapolis, aporto su dosis de realismo y espera que a medida que avancen, los pasos sean más pequeños.
Es como si en la Reserva Federal hubiera dos bandos: los que quieren cortar rápido y los que prefieren tomar el camino lento y doloroso.
Este zigzagueo es sensible para los mercados y con ello el bono a diez años en Estados Unidos, pasó de coquetear con el 3.8% a quedar en un mínimo del 3.73%. Las expectativas de un recorte de tipos de 50 puntos base en noviembre ya son del 50% cuando el viernes apenas rozaban el 20%.
Por eso el próximo jueves los mercados estarán atentos a los discursos de Powell y de Michelle Bowman, la gobernadora que votó en contra del jumbo recorte. Parece que a Bowman no le convence el ritmo de las bajadas, pues sigue preocupada por la inflación.
Mientras tanto, China sigue lidiando con sus propios problemas. El Banco Popular de China bajó la tasa de recompra inversa a 14 días. Este ajuste viene justo después de que la Fed empezó finalmente a recortar sus propias tasas, lo que, en teoría, le da a China un respiro en su lucha por defender su divisa. Los funcionarios chinos están empezando a preparar el terreno para una serie de estímulos que ayuden a reactivar su economía, que está tambaleándose y amenaza con no cumplir su objetivo de crecimiento anual del 5%.
Parece que la economía mundial se encuentra en un momento de transición, y mientras la Fed y China mueven sus fichas en el tablero, el resto del mundo se sienta a esperar, con la esperanza de que los recortes de tasas no desencadenen una serie de efectos secundarios indeseados.