México concluye auge en importaciones de aerogeneradores

En 2018, el país fue el principal importador mundial de estos generadores de energía eólica, con un valor de 1,069 millones de dólares, pero a partir de 2019 comenzó una tendencia a la baja; que coincide con la estrategia del gobierno federal de priorizar a la CFE y dejar de lado los incentivos a la producción de energía solar y eólica.

La tecnología de energía renovable ha mejorado y los costos de instalación han disminuido significativamente en los últimos años”. 

Nextera Energy Partners

México concluyó un ciclo de auge de importaciones de aerogeneradores que le permitió ampliar su producción de energía eólica.

El punto más alto de esta racha ocurrió en 2018, cuando el país importó aerogeneradores por un valor de 1,069 millones de dólares, colocándose como el mayor importador mundial de esos productos.

Pero luego siguió un declive, que pasó a importaciones por un valor de 442 millones de dólares en 2019 a 314 millones de dólares en 2020 y, finalmente, a 153 millones en 2021, de acuerdo con datos de la Secretaría Economía.

A nivel mundial, la empresa Nextera Energy Partners destacó que la tecnología de energía renovable ha mejorado y los costos de instalación han disminuido significativamente en los últimos años.

En particular, la tecnología eólica está mejorando como resultado de torres más altas, palas más largas y equipos de conversión de energía más eficientes, que permiten que los proyectos eólicos capturen más eficientemente el recurso eólico y produzcan más energía.

Las importaciones mexicanas de aerogeneradores provinieron en 2021 sobre todo de China (72 millones de dólares), España (37 millones), India (28 millones) y Vietnam (11 millones).


En 2020, último año con estadísticas disponibles, México se colocó como el noveno importador de aerogeneradores.

La actual administración del gobierno mexicano ha dado prioridad al fortalecimiento de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y a la generación de energía hidráulica, sin poner énfasis en los incentivos a la producción de energía solar y eólica.

Sobre estas políticas, el legislador republicano Clay Higgins instó a Carolyn Maloney, presidenta de la Comisión de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, a convocar una audiencia y permitir que el Comité investigue hasta qué punto México está incumpliendo sus compromisos en virtud del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

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En una carta firmada el 18 de marzo pasado, Higgins afirma que la Guardia Nacional de México ya incautó múltiples activos energéticos corporativos de Estados Unidos y no ofreció ningún recurso para que las empresas estadounidenses reabrieran sus operaciones comerciales cerradas ilegalmente.

Sin precisar fuentes, añadió que se estima que 20,000 millones de dólares en activos energéticos estadounidenses están amenazados por las acciones de México.

La creciente demanda de electricidad confiable, junto con las estrictas normas gubernamentales para reducir las huellas de carbono, complementarán aún más las perspectivas de la industria.

i bien General Electric sigue esperando un crecimiento a largo plazo en la energía eólica terrestre de Estados Unidos, la expiración de los créditos fiscales a la producción en ese país en 2021 ha creado incertidumbre, lo que ha provocado retrasos en los proyectos y el aplazamiento de las inversiones de los clientes.

El último pronóstico de repotenciación y equipos de Wood Mackenzie espera que la energía eólica terrestre de Estados Unidos disminuya de 15 gigavatios de nuevas instalaciones en 2021 a aproximadamente 10 gigavatios en 2022. Según General Electric, la industria eólica marina continúa experimentando un fuerte impulso en el mercado global y esta empresa ha recibido compromisos de clientes para su turbina de energía eólica Haliade-X que se extienden por Europa, América del Norte y Asia.

La preferencia de los clientes de General Electric continúa cambiando a unidades más grandes y eficientes para reducir los costos y competir con otras opciones de generación de energía.

Fuente: El Economista