En comparación con países como Alemania y Estados Unidos, México está en pañales en cuanto a la regulación y certificación para el mercado de hidrógeno verde, la cual ayuda a productores y distribuidores a comercializar este tipo de combustible.
Hablar de hidrógeno verde es abordar el futuro que cada vez está más cerca y del que México debe ser parte, no solo como productor sino también como generador de regulaciones al mercado y un incentivo a las certificaciones para que el país se convierta en líder regional en energías limpias.
“La producción de hidrógeno verde está tomando cada vez más relevancia como alternativa de combustible y específicamente en México es fundamental fortalecer el mercado de este combustible, ya que estamos hasta 15 años por detrás de países como Alemania y Estados Unidos; incluso Chile ya tiene importantes proyectos y una industria desarrollada, regulaciones y certificaciones que impulsan el comercio y las estrategias nacionales para apoyar a este sector en los próximos años”, dijo Danae Díaz, Gerente de Servicios Ambientales y Energía de TÜV Rheinland México.
México tiene un gran potencial en la industria del hidrógeno verde, por lo que es fundamental abordar los desafíos de manera integral con miras a contar con una política energética robusta que promueva la implementación de estrategias coordinadas entre el sector público, el sector privado y los organismos de certificación para mitigar los riesgos de este mercado y contar con combustibles alternativos más limpios a la generación de energía con hidrocarburos.
Aunque se ha estudiado en profundidad el coste de producir hidrógeno verde, ya que según la Agencia Internacional de la Energía, se estima que cada kilo de hidrógeno verde cuesta entre tres y siete dólares, mientras que el hidrógeno azul (a partir de gas natural) cuesta entre 1,5 y 2,9 dólares y el hidrógeno marrón (extraído del petróleo) oscila entre 1,2 y 2,2 dólares, es el hidrógeno verde el que más demanda tiene en los mercados europeos. Asimismo, contar con equipos de electrólisis se ha convertido en uno de los mayores desafíos, ya que las empresas fabricantes reportan un tiempo promedio de entrega de al menos ocho meses, además de la infraestructura requerida para el almacenamiento y transporte de este combustible.
“Sin embargo, estamos en el momento perfecto para avanzar hacia esta transformación, ya que se estima que para 2030 en México la producción de hidrógeno verde podría tener costos menores hasta en un 64% en comparación con otros países que no cuentan con el mismo potencial energético, además contamos con una ubicación privilegiada, que nos permite obtener energía solar y eólica, a partir de la cual se genera hidrógeno verde, por lo que la industria podría tener una inversión aproximada de 60 mil millones de dólares y generar cerca de tres millones de empleos, lo que facilitaría el desarrollo de la economía doméstica. comerciar para venderlo a industrias que tienen más emisiones contaminantes como el transporte de larga distancia, minería, textil, etc., así como exportarlo a países vecinos como Estados Unidos”, dijo Díaz.
También es fundamental abordar los desafíos regulatorios y de certificación que se requieren para sentar las bases de esta industria, con el objetivo de impulsar la competitividad y posicionar al país como productor de combustibles de bajo impacto ambiental, reduciendo su huella de carbono y ofreciendo soluciones ambientales innovadoras:
Establecer regulaciones adecuadas para México: si bien ahora se presentó un proyecto de decreto para impulsar el mercado de hidrógeno verde en el país, que busca crear, implementar y promover un programa nacional para el uso de este combustible, no hay que olvidar que en caso de ser aprobada, la política nacional en cuanto al uso se planteará seis meses después, por lo que sería necesario retomar casos de éxito de otros países para tomar las mejores prácticas e implementarlas en México, considerando los aspectos sociales, económicos y ambientales de la país.
“Se trata de tomar como referencia los aprendizajes y acciones que se han tomado en otras latitudes sin copiar su metodología, ya que de lo contrario la industria en México se limitaría y se desarrollarían otros desafíos de largo plazo que provocarían un bache en el crecimiento de este combustible‘, enfatiza el experto.
Fomentar la certificación para las empresas: La certificación de hidrógeno verde nació como una necesidad de varios países y empresas de comercializar este combustible como una alternativa que permita el uso de energías renovables, la reducción de la huella de carbono y la compensación de emisiones.
“En TÜV Rheinland generamos un estándar denominado ‘TÜV Rheinland standard H2.21 Renewable and Low-Carbon Hydrogen Fuels’, que fue aprobado tanto por la Comunidad Europea como por el organismo de acreditación alemán DAKKs. Este estándar, cuya nueva versión rige a partir de este año, es una base para que las empresas demuestren, a través de la verificación, el cumplimiento de los requisitos para poder comercializar el hidrógeno producido como ‘Renovable’ o ‘Bajo Carbono’ y sus denominaciones ‘Verde’ o ‘Azul’ según sus características, así como utilizar este estándar para otros gases como el Amoníaco con posibilidad de obtener la misma certificación‘, dijo Díaz.
Esta certificación, que tiene una vigencia de tres años, considera nuevos límites de emisión y su ámbito de aplicación aumenta a los derivados del hidrógeno (p. ej., amoníaco, metano y metanol); también ayuda a las empresas productoras de hidrógeno verde a comercializarlo, ya que pueden brindar certeza a sus clientes de que el combustible realmente se generó a través de fuentes de energía renovables.
“El gran obstáculo de la certificación es que se hace de forma voluntaria, es decir, las empresas productoras no están obligadas a realizarla, ni las empresas compradoras suelen solicitarla a sus proveedores, por lo que se requiere reforzar la protección ambiental y compromiso económico que tienen las distintas industrias para que la voluntad se convierta en una responsabilidad que se adquiere con mayor frecuencia. De esta forma, fortaleceremos el sector del hidrógeno verde, porque desde la producción estamos manteniendo altos estándares de cumplimiento de la normativa internacional”, enfatiza Danae Díaz.
Las empresas compradoras se benefician de esta certificación, ya que pueden estar seguras de que están adquiriendo hidrógeno verde que les ayudará a cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones o requisitos del mercado para el uso de combustibles con menor impacto ambiental. Además, al adquirir hidrógeno verde para sus procesos, están haciendo más eficiente su producción y contribuyendo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
De esta forma, la regulación y la certificación deben ser ejes centrales sobre los que se configure la industria del hidrógeno verde en México, ya que a nivel mundial cada vez más economías destinan recursos, esfuerzos y generan estrategias pensando en el futuro cercano que tendrá este combustible. Por ello, México no puede quedarse atrás en la superación de los retos para convertirse en líder de esta industria y ayudar a proteger el planeta.