Nuevo etiquetado sí informa y también educa, reviran activistas a industriales

Los especialistas aclararon que no se está prohibiendo ningún producto, sino informar al consumidor sobre el contenido de sus productos.

El etiquetado de advertencia para el consumo de productos altos en azúcares, grasas y sodio así como otros nutrientes considerados nocivos para la salud en grandes cantidades sí educa e informa a los consumidores, pues no se eliminan las tablas de contenido nutrimental, advirtió Katia Yetzani García, coordinadora de Salud Alimentaria en la organización El Poder del Consumidor.

El nuevo etiquetado frontal que se implementará en México con el cambio a la NOM-051, anunciado hace 10 días por la Secretaría de Economía (SE), ha sido descalificado por industriales desde el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin), el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) y el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico).

De acuerdo con García, el único punto que causó diferencia eran los parámetros de contenido calórico y de nutrientes en los alimentos, que para este ajuste a la medida se utilizaron los criterios establecidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

“No se está prohibiendo ningún producto, sino informar al consumidor sobre el contenido de sus productos”, dijo García.

“Ellos incluso dicen que no va a presentar la información nutrimental y eso es una mentira. El etiquetado de advertencia por un lado te advierte pero no se va a quitar la tabla nutrimental. El consumidor va a poder revisar el contenido nutrimental del producto pero también en la parte frontal del empaque va a ver cuando un producto contiene cantidades excesivas de estos nutrimentos”, refirió.

Durante la conferencia de prensa del pasado miércoles 29 de enero, los industriales acusaron que el etiquetado nuevo no es informativo y solo advierte de altos contenidos de calóricos o de grasas y sodio, sin orientar al consumidor, versión que la también activista descartó.

Carlos Salazar, presidente del CCE, consideró que el cambio en la regulación no permite al consumidor informarse y educarse.

Sí se requería una nueva forma de etiquetar nuestros productos, pero una forma que educara y al mismo tiempo informara porque nos parece que el problema de la obesidad tiene que ser un área donde la solución que transitar por un consumidor más educado que tenga un cambio en sus hábitos y que de alguna manera tenga una mayor información para seleccionar los productos que consume”, detalló.

Actualmente, un modelo similar al propuesto se ha aplicado en Chile, donde la medida ha tenido resultados diversos. Si bien ha propiciado la reducción del consumo de bebidas azucaradas y otros alimentos, por otra parte no se ha observado un cambio en la tendencia al sobrepeso y la obesidad.

No obstante, sí se han producido cambios en los patrones de consumo: hasta julio pasado se observaba una baja en 14% en compra de cereales para el desayuno, en 25% en bebidas azucaradas y 17% de postres envasados. Además se menciona el entendimiento y valoración positiva de 90% por parte de las madres de preescolares, así como una reducción en promedio de 25% de azúcares y de 5 a 10% de sodio en las categorías de alimentos estudiadas, de acuerdo con una evaluación de la medida difundida en 2019 por el Ministerio de Salud del gobierno de Chile.

En este último punto, tanto activistas como industriales están de acuerdo; sin embargo, mientras que la experiencia es usada como argumento por los industriales para revertir la aplicación de la medida, desde El Poder del Consumidor se observa un área de oportunidad.

“No ha disminuido la obesidad, en Chile: en 2 años no puedes ver el cambio en toda la población, necesitamos ir poco a poco e ir esperando a largo plazo en conjunto con otras políticas: que sea un combate a la obesidad de una manera integral, y sobre todo, prevenir que niñas y niños cuando lleguen a la etapa adulta tengan obesidad”, detalló Katia .

“Ante toda esta problemática necesitamos empezar a tener regulaciones: el etiquetado, la publicidad, el ambiente escolar, la aplicación de impuestos, de esta forma no estamos pensando en sí en que una medida va a ser la varita mágica. Tenemos que ir paso a paso y verlo como un paquete integral de combate a la obesidad, tiene que haber una campaña nacional para orientar sobre el consumo de productos saludables”.

A este respecto destacó que el consumo de productos frescos en lugar de empacados resultará una opción benéfica no solo para los usuarios finales, sino también para los agricultores mexicanos.

‘No hay incentivos para la reformulación’

En su mensaje, los industriales también criticaron que la medida incluya advertencias para los edulcorantes, pues la norma sugiere evitar su consumo para niños.

“El caso del producto que yo decía donde hay una reformulación, se le ha bajado el contenido calórico y resultado de eso, los castigamos con una leyenda de edulcorante, ¿qué va a decir esa empresa? ‘Ya no tengo incentivos para seguir reformulando’”, acusó Jaime Zabludovsky, presidente Ejecutivo del Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (Conméxico).

En la misma tónica, el vicepresidente de Concamin, Alejandro Malagón, advirtió que hasta ahora suman casi 3 mil productos que han disminuido su contenido calórico gracias al empleo de estas sustancias; no obstante, destacó que esto se ha hecho con el fin de cuidar el “paladar” de sus productos, es decir, mantener niveles de dulzura similares que con alta concentración de azúcar pero con un sustituto que permita evadir los sellos.

Si bien, estas sustancias resultan con una menor oferta de calorías para los alimentos, su función puede tener otras implicaciones más allá del aporte calórico.

“En las etapas tempranas de la vida es cuando se forman los hábitos de alimentación, entonces no es recomendable que los niños y las niñas consuman este tipo de endulzantes”, refirió la integrante de El Poder del Consumidor.

En la misma evaluación del gobierno chileno a julio de 2019, se destaca también un alza de 30% en la capacidad de discernimiento de madres de infantes sobre alimentos saludables, con 9 de cada 10 personas que afirman entender la información que transmite el etiquetado, mientras que los ciudadanos han calificado positivamente la medida, con hasta 6.2 en una escala del 1 al 7.

“Eso es lo que se busca: que tengamos como consumidores alimentos más saludables y como más saludables siempre se prefiere el consumo de alimentos frescos que los procesados que tengan una oferte de productos más saludables”, insistió García.

Fuente: Forbes