En un chat, compañeros cuentan cómo vivieron el momento en que Aideé cayó al piso, segundos después de un sonido igual al de “una botella al destaparse”
Una detonación “chiquita”, similar al sonido que se hace al retirar el corcho de una botella, así se escuchó el disparo que cobro la vida de Aideé Mendoza Jerónimo, de 18 años, alumna asesinada en el interior de su salón de clases del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Oriente.
La jornada transcurría con normalidad en el aula de recursamiento Matemáticas IV, de acuerdo a mensajes de texto que compartieron varios alumnos la noche del asesinato y a los cuales EL UNIVERSAL tuvo acceso.
Aideé, quien se encontraba en esa clase, se desvaneció en el suelo unos segundos después de que en el lugar todos escucharon el sonido de “una botella al destaparse”. La joven cayó al piso y se quejó de un dolor en el costado derecho. Eran casi las 14:40 horas.
“Todos coincidíamos en que antes de que ella cayera al piso se escuchó como una detonación ‘chiquita’. Se escuchó justo en el momento antes de que ella cayera al piso”, compartieron en el chat.
Algunas de sus compañeras comenzaron a auxiliarla e intentaron tranquilizarla. Le levantaron la blusa en búsqueda de golpes o marcas, pero no encontraron nada; otro de los jóvenes salió corriendo para llamar a los servicios médicos del plantel. Cuando dicho personal llegó a revisarla, Aideé se veía pálida mientras permanecía tirada en el piso.
“Una compañera le empezó a alzar la playera buscando la marca de dónde fue el golpe. En la parte de enfrente no tenía nada. En eso llegó el doctor y la chava ya se veía pálida. Del dolor que tenía quedó como en posición fetal”.
En sus comunicaciones, los jóvenes se leen desconcertados por los hechos que presenciaron la tarde del Lunes. Ayer, se encontraban en el Ministerio Público.
El personal médico de la institución educativa le encontró una marca pequeña, “del tamaño de una moneda y de un color rojo intenso”.
“Era algo chiquito, como una moneda de un peso. El doctor dijo que era superficial. Estaba muy rojo, pero no había sangre”, señalaron los compañeros de Aideé.