Lun, Abr 29, 2024

Sólo 13% de la población trabadora está sindicalizada en México. Pero pertenecer a una organización gremial no ha sido sinónimo de tener protección laboral.

Escrito por: Blanca Juárez

La pandemia por coronavirus tomó a los trabajadores con organizaciones gremiales “débiles en la defensa de sus derechos”. Y a los sindicatos, en el momento de menor incidencia de su historia. Así se festeja este Día del Trabajo en México en el 2020.

Este 1 de mayo es el segundo, en 107 años, que las centrales obreras tradicionales y las llamadas disidentes no salieron a marchar para mostrar músculo. La primera vez fue por la epidemia de influenza AH1N1 en el 2009.

El distanciamiento social para evitar contagios les impide salir juntos a las calles. Pero, a decir de legisladores, esa distancia hacía mucho que la tenían con sus representados.

En la crisis laboral que está dejando la Covid-19 a su paso, “se ha oído la voz de los gobiernos federal y estatales y la de los empresarios. Pero no la de los sindicatos”, lamenta la senadora Patricia Mercado, del partido Movimiento Ciudadano (MC).

El silencio que han guardado ahora, cuando se han perdido más de 800,000 empleos formales, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), es el resultado de más “de 30 años de aletargamiento en la defensa de los trabajadores”, sostiene la secretaria de la Comisión de Trabajo y Previsión Social en la Cámara Alta.

“Los trabajadores se sienten traicionados. Te lo digo yo que estoy en una de las zonas más críticas de la pandemia”, comenta en entrevista el presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, pero de la Cámara de Diputados, Manuel Baldenebro (PES).

El gobierno de Sonora, entidad donde se encuentra, fue el primero en decretar medidas obligatorias de confinamiento. El toque de queda viene acompañado de multas de hasta 8,000 pesos a quien lo incumpla.

Gran parte de la población de ese estado tiene que decidir entre arriesgar su salud y salir a trabajar, violar las restricciones sanitarias o quedarse en casa con el miedo a que le despidan o le reduzcan el salario. “¿Y dónde están los sindicatos en todo esto? No aparecen”, comentan el diputado federal.

El silencio de los líderes

“Celebramos el primer año de una reforma laboral democrática que recuperó para las trabajadoras y los trabajadores la conducción de sus sindicatos a través del voto personal, libre, directo y secreto”, señaló la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) en un comunicado previo al Día del Trabajo.

En los hechos, esa democratización en los sindicatos aún no llega, opina Baldenebro. Al contrario, “muchos trabajadores han sido despedidos porque denunciaron las prácticas corruptas de sus dirigentes, creyendo que estarían amparados por la reforma laboral”.

Pero en tanto los juzgados laborales no se pongan en marcha, como establece la reforma, las juntas de conciliación y arbitraje “seguirán operando de la misma forma, que no es defendiendo a los trabajadores, asegura.

Gran parte del sindicalismo perdió su protagonismo y capacidad de incidencia, dice la senadora Patricia Mercado. La defensa que debió haber sido para los trabajadores se volcó muchas veces a los contratos de protección pactados con la parte patronal, agrega.

“En este momento en el que deberían estar fuertes, por ejemplo, el Congreso del Trabajo, que agrupa a un número importante de confederaciones, está frío”, expresa.

Con la reforma, el Poder Legislativo les dio cuatro años para hacer los cambios necesarios para democratizarlos, “entonces, con esos plazos y este silencio que están mostrando, falta mucho”.

Por más de 30 años negociaron con las cúpulas empresariales, argumentando una supuesta paz laboral para evitar huelgas. Pero ello sólo fue en detrimento de salarios de salarios y derechos de laborales, dice la legisladora.

“No, no están. No están opinando, no están llamando a gobierno y empresas a ponerse de acuerdo, porque tampoco se trata de pelearse, sino de negociar lo mejor para todos en un momento tan crucial como éste”.

Desafíos del modelo actual

El movimiento sindical en México está atomizado, dice José Humberto Montes de Oca, coordinador de Estructura Ejecutiva Nacional de la Nueva Central de Trabajadores (NCT).

Para él hay dos tipos de sindicalismo: uno añejo, corporativo, representado por “las viejas centrales obreras de la época del priísmo”. Si bien se adaptaron durante los gobiernos panistas, “mantienen sus antiguas formas de control sobre los trabajadores y de colaboración con patrones.

Hay otro, el independiente, asegura. Y esos otros, entre ellos, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) una central que aglutina a otras organizaciones, serán convocados a una convención nacional “con carácter democrático que permita superar esta dispersión del movimiento sindical”.

Pero para eso habrá que esperar a que se levanten las medidas de distanciamiento social. En tanto, la tendencia de afiliación en México va a la baja. En el 2006 sólo 18% de los trabajadores en el país estaban sindicalizados. Para el 2018 la porción era de 13%, según el Observatorio del Trabajo Digno (OTD)

El caso de los trabajadores de salud

Los trabajadores de la salud son un claro ejemplo del abandono de sus sindicatos, dice el diputado federal Manuel Baldenebro. “El sindicato del ISSSTE prácticamente no existe. El de la Secretaría de Salud, tal vez un poco más, pero tiene líderes anquilosados”, apunta.

Y el Sindicato Nacional de los Trabajadores del Seguro Social (SNTS) “que se suponía estaba fuerte, no se ha manifestado. Mientras, los agremiados gritando que no tienen material de protección”.

La Ley Federal del Trabajo es muy clara y señala que se les debe proveer de insumos para protegerse en su labor. “El sindicato o los está ayudando en ese sentido, está calladito y escondido. No se quiere pelear con el patrón porque está tapado con la misma cobija”.

Muchos sindicatos, sobre todos los más grandes, cuentan con fondos de contingencia que debe usar en estos momentos para comprar cubrebocas y otros insumos. “No sé qué esperan, ¿a que se acabe el mundo? Entonces ya no servirá de nada”, ironiza el diputado federal.

Fuente: Capital Humano

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